Actrices:
Magüi
Mira y Ana Wagener
Lugar:
Teatro
Echegaray
Fecha:
Martes
21 de enero
He
sido partícipe de uno de los mejores duelos interpretativos que he
podido ver encima de un escenario. ¿Cómo puede ser que tantos
argumentos tan veraces, tan instructivos y tan apropiados salgan a la
vez en una obra de teatro que te haga pensar sobre el poder de la
reinserción y sobre todo, en quién tiene la potestad para decidir
el futuro de una persona que defiende haberse redimido de sus
delitos? Pues porque cuenta con un texto tan inteligente, con tantas
píldoras de acierto y con un diálogo brillante de la mano de David
Mamet y dos actrices portentosas, que han captado en su piel los
difíciles papeles que tienen asignados.
No
solamente ayuda ese diálogo brillante si no que, además, el público
es consciente de esos pequeños detalles que marcan y contextualizan
a la funcionaria que tiene que decidir si libra de la cárcel a esa
presa que lleva 35 años cumpliendo su condena. El vestuario y los
gestos, muy significativos, que marcan a esa Cathy con mente tan
libre y tan lúcida y a esa Ann, marcada por las normas y las leyes
que el poder le otorga.
Hay
un aspecto destacado que me ha marcado muy positivamente en La
Anarquista
y es que, en la mayoría de las obras de teatro, cuando se quiere
marcar un ritmo de menos a más, siempre se tiende a elevar la voz y
hacer exagerados aspavientos como para diferenciar que la historia ha
evolucionado. Aquí no hace falta recurrir a esto. Con el propio
diálogo, cómo desencadena de principio a fin y cómo ellas lo
llevan al terreno que le interesan, ya podemos notar esa diferencia
de intensidad sin haber escuchados gritos ni un ritmo más acelerado.
Yo
hacía tiempo que no me cuestionaba tantos detalles sobre la
libertad, la capacidad de una persona para juzgar a otra, la
represión, los engaños que todos haríamos para librarnos de algo
que te marca la vida como es estar encerrada en prisión, las
inquietudes políticas, el pasado, el presente y el futuro. Así
sucesivamente uno sale del teatro haciéndose preguntas y aplicando
estos conceptos a nuestra vida cotidiana, y curiosamente ninguna de
ellas ni el texto de David Mamet asienta sobre nosotros ninguna idea,
si no que las pone en solfa para que cada uno lleguemos a la
conclusión que queramos. Supongo que todo el mundo se preguntó a sí
mismo, ¿y tú qué hubieras hecho con Cathy?
Mis
felicitaciones a estas dos grandes actrices por el ejemplo de teatro
que han dado, por su respeto a sus personajes y la manera de
interpretarlos y porque firmo salir de todas las obras que vea con la
misma intensidad y felicidad que con La
Anarquista.
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