sábado, enero 31, 2015

Crónica "Olivia y Eugenio" - Festival de Teatro de Málaga

HAY QUE IR SIEMPRE A LA PLAYA

Concha Velasco en "Olivia y Eugenio". Fotografía de Mai

Aún me cuesta digerir todo lo bueno que me ha dado esta obra. Esta semana ha salvado, exceptuando "Misántropo", unas actuaciones de las que tenía mejores expectativas de las que al final consiguieron con la maravilla clásica de "Donde hay agravios no hay celos" y muy en mi corazón, esta "Olivia y Eugenio"

Hay tantos valores a destacar que espero no olvidarme de ninguno, pero supongo que el más emocionante es el grado de identificación que un espectador puede alcanzar con una historia. Lo que narraba Concha Velasco lo he visto en mi propia familia e incluso he llegado a sentir cómo si todos los que estaban a mi alrededor ibamos al unísono del sufrimiento de esta madre que quiere acabar con su vida y la de su hijo con síndrome de down tras diagnosticarle un cáncer.

Lo de Concha es insuperable e innenarrable, únicamente los que la hemos visto moverse, articular palabra y estar pendiente de su compañero de reparto, Hugo Aritmendiz, hemos comprobado la cantidad de matices que ha llegado a alcanzar. Unas tesituras tanto de voz como de movimiento que yo jamás le había visto y eso que no me pierdo una. Magistral, soberbia, encantadora y con una gran capacidad de tenerte en angustia durante toda la obra y dejarte con un soplo de historia bien contada, bien transmitida y de las que te hace pensar como únicamente el teatro logra saber hacer. Gran trabajo y esfuerzo el estar al tanto de que Hugo siguiera la obra como tenía que hacerlo, tratandolo como el profesional que es y regalándonos unas escenas que mi memoria no olvidará jamás.

Hugo es un amor, consigue hacer un personaje más que difícil y está muy pendiente de su mami Concha a la hora de responder a sus pies de texto, y encima las mejores carcajadas las conseguimos por su culpa. Por su naturalidad. Y porque es normal pero a la vez especial. Y se ha aprendido una obra de una duración considerable de una hora y media con pasos y movimientos específicos que resulta impresionante. 

Y otro peso fuerte, además de la identificación y el trabajo actoral es, sin duda, el texto. Esos diálogos tan certeros que Concha maneja como si los dijera toda la vida y que encierran las verdades más absolutas por las que me he tenido que guardar más de un aplauso que le daría de manera efusiva, si pudiera. Habla de lo que la sociedad considera normal en lugar de a su hijo y no puedes más que quererla y adorarla por lo que está diciendo y cómo lo dice. Habla también de sus miedos e inseguridades al saber que iba a tener un hijo con sindrome de down. Y habla de su cáncer, de esa transformación en la que no sabes cuanto de Concha Velasco y cuanto de Olivia está allí. 

Hugo emocionado con Concha al acabar la función. Fotografía de Mai
 
El aplauso vuelve a ser sonoro para Concha Velasco, quién hace un ejercicio de generosidad señalando a Hugo para que también se le de ese reconocimiento tan merecido y Concha le pregunta que le parece el teatro, a lo que el actor responde: ¡Es maravilloso! 
Y con la sonrisa más luminosa que uno se puede imaginar prosigue: ¡Es mi sueño!
Él habrá cumplido su sueño pero los espectadores hemos soñado con su buen hacer y con esta gran obra de teatro que es "Olivia y Eugenio". 
¡Qué ganas de vivir!

Entrevista Tony Jiménez - Tormenta sangrienta

COMO LECTOR, SI UN ESCRITOR MATA A UN PERSONAJE QUE TE GUSTA TE DA MUCHA RABIA PERO COMO ESCRITOR LO DISFRUTAS MUCHO

Tony Jiménez. Fotografía de Mai.
Uno de los mayores miedos del autor, Tony Jiménez, era que a la gente le causara auténtico terror tener que leerse en los tiempos que ocurren un libro de 700 páginas. Y lo cierto es que puede estar más tranquilo porque sus seguidores le han respondido con sus reseñas y sus comentarios cuando han tenido la ocasión de encontrarse con él para que les firme sus ejemplares como es el caso de la presentación que ha tenido lugar en “En Portada Cómics”. Previamente hemos podido hablar con él de esta historia ambientada en un edificio de Manhattan, el Chapel, donde unos personajes se encuentran encerrados y no pueden escapar por motivos que nos despiertan mucha incertidumbre y nadie nos ha querido aclarar. Esto es lo que le hemos podido sonsacar a su creador, Tony Jiménez

Tony Jiménez . Fotografía de Mai
P: ¿Qué nos puedes contar de la historia?

Tony Jiménez: Es una tormenta como la que están teniendo ahora mismo en Nueva York pero más exagerada al tratarse de un libro de terror. En el primer capítulo del libro, al lector se le pone en situación de en qué consiste esta tormenta. Es extraña y los expertos no saben de donde ha salido, en principio va a durar una semana y parece que va a durar mucho más y lo primero que se hace con la isla de Manhattan es evacuarla. Y hay personajes que se quedan y otros que no.

P: ¿Por qué siempre te ha atraído este género para escribir?

Tony Jiménez: Me gusta mucho el terror porque creo que es algo que siempre ha estado de moda. Nos gusta mucho el miedo de ocio y muy lúdico. Me gusta bastante hacer pasar miedo. Es un género que siempre me ha atraído como lector y es el que más he tratado tanto en esa faceta como en la de escritor. Algunas veces he escrito también ciencia ficción, otras veces fantasía épica pero sobre todo, terror.

P: ¿Crees que aunque sea un género que atrae a mucho público está suficientemente reconocido?

Tony Jiménez: A nivel literatura creo que si. El mejor ejemplo es Stephen King, ha ganado muchos premios, ha vendido millones de libros y es el referente de muchos escritores. Aún así, hay gente que lo considera de un género menor y lo dejan de lado. Aunque tiene un público muy fiel y que se desvive por el terror, siempre se ha dejado de lado.

P: ¿Cómo te has documentado para esta historia?

Tony Jiménez: Me gustaría decir que he visitado Nueva York pero lo he podido ver todo por Google Maps. El antiguo bloque de apartamentos de “Tormenta sangrienta” está situado en una calle y en una esquina real que la última vez que la vi estaba vacía. También he visto mucha documentación sobre Nueva York, sobre el barrio de “La cocina del infierno” que ahora se llama “Clinton”. Creo que es la novela en la que más me he tenido que documentar. En mi anterior novela, “Cinco tumbas sin lápida” tenía que crear un pueblo pero en este caso quería algo real.


Tony Jiménez . Fotografía de Mai
P: Y ¿por qué se desarrolla esta historia en ese lugar concreto?

Tony Jiménez: Me parece que Nueva York tiene mucha historia y me quería alejar mucho de lo que era “Cinco tumbas sin lápida” que es en un pueblo muy cerrado y “Tormenta sangrienta” es todo lo contrario, es Manhattan, una de las ciudades más pobladas del planeta. Quería que los personajes sintieran la soledad en un sitio que normalmente está lleno de gente y que, además, parece un laberinto.

P: ¿Cómo ha sido el trabajo con esta editorial nueva con la que has publicado el libro, Applehead Team?

Tony Jiménez: Ha sido estupendo porque la charla que tuvimos era para escribir otro libro pero me preguntaron si tenía una novela grande de terror y dio la casualidad que si. La novela estaba pasando un momento muy difícil porque la editorial en la que estaba no se movía, y entonces en Applehead Team me publicaron “Cannon Films” un libro de ensayo sobre una productora y querían empezar a sacar novelas de ficción y coincidió que necesitaban lo que yo ya tenía. Me sorprendió mucho porque normalmente las editoriales cuando empiezan dan un estilo de libro muy sencillito en cuanto a maquetación, presentación y portada, es normal porque están empezando y no pueden gastar mucho dinero, y el primer libro que sacaron me pareció que estaba muy bien hecho y “Tormenta sangrienta” ha sorprendido porque queda como un libro muy bonito.

P: Te he leído que sin lectores valientes no hay mundo literario

Tony Jiménez: La literatura se nutre de eso, de gente que se atreve a leer cosas nuevas o cosas que nadie lee. Lo mismo pasa con las editoriales que si siempre se publica lo mismo, seguro que de los que venden mucho ahora no hubieran apostado por ellos. Yo soy un escritor muy poco conocido y hay lectores que me acaban de descubrir y son lectores valientes. Que hoy en día te lean siendo autor español es muy difícil.

P: ¿Te han recriminado esos lectores lo injusto que has sido si matas a alguno de tus personajes?

Tony Jiménez: Mucho. Recuerdo que en “Cinco tumbas sin lápida” murió un personaje que caía muy bien y que yo no sabía que iba a caer tan bien. Todo el mundo me dijo que porqué lo había matado y que era un cruel. Con esta novela, aún no me han llegado demasiados comentarios.

P: ¿Cómo te sientes cuando matas a un personaje?

Tony Jiménez: Te sientes como George R.R.Martin. Como lector, si un escritor mata a un personaje que te gusta, te da mucha rabia pero como escritor lo disfrutas mucho. Es muy raro. 


Libros en la presentación de "En Portada Cómics". Fotografía de Mai
Con esta editorial, Applehead Team, Tony Jiménez está preparando proyectos interesantes de los que estaremos atentos. Al ser una empresa pequeña posee poca distribución de “Tormenta Sangrienta” pero no obstante se puede conseguir a través de Cyberdark, una librería online y la propia página de la editorial. Espero que se dejen atrapar por esta tormenta.
Si queréis escuchar el audio de la entrevista con Tony Jiménez, sólo tenéis que pinchar en este enlace:

http://www.ivoox.com/entrevista-tony-jimenez-tormenta-sangrienta-audios-mp3_rf_4021464_1.html

viernes, enero 30, 2015

Crónica "Donde hay agravios, no hay celos"

UN DESCUBRIMIENTO CLÁSICO PARA QUEDARSE EN LA MEMORIA

Elenco de "Donde hay agracios no hay celos"
Cuando hablaba de la obra que más me ha gustado e impactado de este Festival de Teatro de Málaga, "Misántropo", hacía referencia al origen de porqué no puedo vivir sin teatro. Lo que te provocan esos diálogos, la mirada que no puedes apartar ante las sorpresas y giros de la trama y el regusto indescriptible de cuando has presenciado un gran trabajo actoral y has podido disfrutarlo.

Prácticamente puedo repetirme con este montaje de la Compañía Nacional de Teatro Clásico que tuve la suerte de vivir ayer en el Teatro Cervantes de Málaga. Pero incluso le voy a añadir algo más, mi primer recuerdo teatral fue con "El alcalde Zalamea" y desgraciadamente mi memoria no alcanza a recordar cual era la compañía que lo trajo al Teatro Alameda. Tenía 14 años. Y mi padre sabía que adoraba el teatro clásico y el verso y decidió venir conmigo para que sintiera la misma esencia que tenía ayer cuando vi "Donde hay agracios no hay celos".

Volví atrás en el tiempo de esa adolescente que no pillaba completamente todas las frases pero que por el buen hacer de los actores, la escenografía y una apropiada adaptación del texto, pudo captar cada momento y detalle de esta historia de equívocos que se convierte en celos y agravios. Nada más por eso, doy mis gracias infinitas al trabajo de Helena Pimenta, Fernando Sansegundo y todo el elenco actoral.

Entrar en el patio de butacas del Teatro Cervantes y ver esa escenografía en forma de tablas de madera que llegan al techo es algo mágico que sólo el teatro te puede ofrecer. Y al comenzar la representación, hay huecos en las tablas donde aparecen cosas, de repente aparecen colgados elementos importantes para que continue la historia y sorpresas que uno no espera, mucho menos si se habla de algo clásico que pudiera entenderse equivocadamente que es algo cerrado que no tiene posibilidad de ser atractivo. Nada más lejos de la realidad. Las casi dos horas que dura el espectáculo se te pasan volando. Los acontecimientos van sucediéndose con una rápidez y un ritmo y cambio de personajes que tu atención no puede parar de observar el escenario.

Algo atractivo y muy acertado que tiene esta compañía es que nadie va por encima de nadie. Todos dan lo mejor de su trabajo para cantar el verso de una manera ideal y que da gusto escuchar, propician esa comicidad ingenua y a la vez satírica, con juegos de palabras imposibles, que despiertan las carcajadas más insospechadas y utilizan el cuerpo para entregarse por completo a lo que sus personajes requieren y el público agradece porque les comprende mejor y empatiza más con ellos. David Lorente es de lo más divertido que he visto encima de un escenario en mucho tiempo, Jesús Noguero y Rafa Castejón interpretan unas coreografías de espadas que levantan las emociones de cualquier alma teatral, Clara Sanchis y Natalia Millán envuelven de ternura y una ingenuidad exquisita a esas mujeres deseadas y que provocan tantos conflictos y vaya voces, Óscar Zafra, Nuria Gallardo y Mónica Buiza tienen unos movimientos que provocan la envidia de quienes no sabemos ni andar con tacones y cómo recita el gran Fernando Sansegundo que te dan ganas de darle palabras para que simplemente las narre y te quedes escuchando a su lado.

La música del acordeón Vadzim Yukhnevich (si, he tenido que mirar el programa para escribir su nombre) es simplemente ideal y sirve, como nos adelantaba su directora Helena Pimenta, como un personaje más que nos cambia de escena y que resulta idónea para entrar en la acción que cada una de las escenas necesita. Y esa licencia de incluir diferentes tipos de música que no tienen nada que ver con la época, no resulta equivocada y ni piensas que no pertenece a ese momento, está tan bien interpretada que sirve para que te dejes llevar y acompañes esas melodías.

Me ha hecho especialmente feliz ser partícipe de esta gran obra clásica, lamentablemente desconocida y que volviendo a reiterar las palabras de Helena Pimenta, suponen una de las mejores comedias que se han escrito en Europa. Gracias por hacerme volver a esos 14 años.

Entrevista Eloy Pardo - Cambio de ritmo

ESCRIBIR ES UNA DROGA, SÓLO LO PUEDO COMPARAR A ESCRIBIR UNA CANCIÓN

Eloy Pardo durante nuestra entrevista. Fotografía de Ana Belén Robles
Asociar el mundo de la banca con el rock nos puede resultar complicado. Igual tiene que ver los prejuicios que tenemos ya intrínsecos en la sociedad que vivimos. Pero con Eloy Pardo hay que desquitarse de esa idea. Sigue trabajando en ese mundo que le da de comer y permite que su familia pueda tener un futuro, pero le faltaba esa dosis imprescindible para ser feliz. Algo por lo que quitarse la máscara de las nóminas, facturas y créditos y ese algo se llamó guitarra. Una guitarra que compró muy rebajada y con que volvió a tocar y a soñar y a disfrutar de la vida. Esa señal del destino que como ha explicado en su presentación en la Fnac de Málaga, decía Bob Dylan que pocos la oyen y muchos menos la entienden. Esa circunstancia creó a Still Morris, su alter ego musical, y le permitió escribir este libro “Cambio de ritmo” en el que explica todas estas vivencias como ejemplo para que los lectores también hagan una trayectoria de sus propias vidas.

El fórum de Fnac Málaga se llenó para escuchar la presentación. Fotografía de Ana Belén Robles

“Nunca he pretendido fascinar”, así comienza nuestra charla con Eloy Pardo, un hombre de la banca que empezó a trabajar allí porque le apasionaba a sus padres y que acabó compaginando con el mundo del rock que es lo que a él le apasionaba. Nos cuenta también que las canciones las compone en inglés con su pseudónimo, Still Morris, con el que ya ha sacado cuatro discos y está pendiente de publicar un quinto. Lo hace porque entiende que cada música tiene su idioma y el rock que tanto le gusta, se hace en inglés.

“Todo el mundo debería escribir su vida”. Esa es una de las conclusiones que saca después de esta primera experiencia con su libro "Cambio de Ritmo" en la que principalmente le dijo a su editor que no pero el tesón del mismo, le hizo cambiar de idea. “Hice una prueba, salió bien y me animé”. Ha disfrutado muchísimo de la experiencia porque ha podido remover su alma recordando anécdotas y a personas de su vida. Lo ha escrito por las noches. “Los primeros días te da mucha pereza pero cuando empiezas ya a cogerle el ritmo, la verdad es que no pararías”. Continuó sin parar ese ritmo de escritura, “escribir es una droga y sólo lo puedo comparar a hacer una canción”

 
Eloy Pardo con su libro "Cambio de ritmo". Fotografía de Ana Belén Robles

Le pido que me haga esa comparación entre escribir un libro y una canción. “En una canción, tienes una idea, la trasladas a unos acordes y luego no suena a la idea que querías, la vas moldeando pero es un producto más cerrado y que pasa por distintas fases pero cuando está, está, el libro cada vez que vas escribiendo es un poco la continuación y es más intenso, es más gratificante construir una canción porque la vas viendo sonar, antes de que salga una canción la he podido oír 300 veces” Y va más allá, “un libro tiene igual que una canción, una introducción, una estrofa, un estribillo, un final, unos silencios en medio..., lo que se tiene que hacer es planificar antes de escribirlo todo y ya es más fácil hacerlo”

Me insiste en que es una persona normal aunque yo le comparo con un superhéroe por el hecho de tener una especie de identidad oculta en el mundo de la música y que la identidad real es la que tiene día a día en el banco. ¿O es al revés?. “A mi me gustaría que me recordaran como un rockero que trabajó en banca circunstancialmente”. Trasladándolo a su historia personal, de joven intentaba ser una persona feliz pero evidentemente el tren de la vida empezó a correr y le fue relativamente bien en ese mundo de negocios, aunque evidentemente ese circulo profesional le absorbía de una manera terrible. Todo esto lo cuenta desde la calma y la seriedad pero cuando pasa a narrarnos cómo volvió a su terreno musical y describe esa primera vez que coge su guitarra recién comprada como un “aluvión de sensaciones y emoción brutal”, entiendes por qué lo que narra en este libro es tan especial y llega tanto. Es su verdad, la que no pudo ocultar como Still Morris y la que le cambia el rostro cuando habla de música. “Mi ambición no era llegar a la cine, era ser feliz y con la música lo era.


Eloy Pardo durante nuestra entrevista. Fotografía de Ana Belén Robles
Sus hijos son sus mayores fans. De verle día a día, enchaquetado y formal se cambia a llevar un pañuelo en la cabeza, vaqueros y coger una guitarra para cantar. Los hijos han sido tan fundamentales que el mayor, Eloy, decidió escribirle un emotivo texto al periodista que realiza “La contra” de “La Vanguardia”, Lluis Amiguet, que provocó que le dedicara esa importante entrevista y que la historia de Eloy Pardo se conociera.

Eloy Pardo. Fotografía de Ana Belén Robles
Hablamos sobre las propias reflexiones que el autor quiere transmitir y nos explica “en la vida vamos pasando del corazón a la cabeza, cuando eres joven te puede el corazón, luego, poco a poco, la cabeza va dominando y al final acaba dominando la cabeza al corazón, luego yo creo que debería haber, un momento donde fuera a la inversa otra vez que es para realizar todo aquello que has dejado de realizar o no tuvo su momento”. En definitiva, saber que una persona que se desarrolla feliz es mejor en cualquier frente al que se enfrenta y que en cualquier actividad cuando uno está bien se necesita recuestionarse, pues en la vida también.

Ante esto, le pregunto sobre cómo se le puede animar a la gente que se quiere dedicar a la música para que sigan, “la música es muy difícil, la gente no lo sabe pero está en un momento absolutamente crítico, no se venden discos, se consume mucha música pero se consume, no se escucha y es fácil grabarse con las nuevas tecnologías pero es más difícil destacar sobre los demás y ya no hablemos de recuperar económicamente lo que se invierte pero si uno tiene voluntad, caminos hay”


Eloy Pardo "Still Morris" durante su actuación en Fnac Málaga. Fotografía de Ana Belén Robles
Concluye la presentación cantando tres temas que me dejan constancia de esa felicidad que Eloy Pardo necesita con la música, “Shelter for myself”, “I lie at least three times at night” y mi favorita “I learnt to put the past behind”. Es bueno, transmite muchísimo y su voz te hace estar en calma y reflexionar. Saca ese lado revolucionario con Still Morris y da rienda suelta a todo su carácter. “Encima de los escenarios no tengo límites a mi mismo”. Y eso se nota. Me provocó un cambio de ritmo, el que todos necesitamos y el que todos buscamos. Sé que va a seguir componiendo porque es la parte creativa que más le gusta y nos contó que está ideando un proyecto de conferencias-concierto, ojalá lo culmine pronto para que sea una nueva ocasión para encontrarnos y cambiar de nuevo los ritmos.

Para escuchar la entrevista con Eloy Pardo sólo tenéis que pinchar en este enlace:

http://www.ivoox.com/entrevista-eloy-pardo-cambio-ritmo-audios-mp3_rf_4016735_1.html

martes, enero 27, 2015

Resumen de Prensa (27 de Enero)

DIARIO SUR
LA OPINIÓN DE MÁLAGA
MÁLAGA HOY

Agenda Cultural (Desde el Lunes 26 de Enero hasta el Domingo 1 de Febrero)

TEATRO ALAMEDA

TEATRO CERVANTES

TEATRO ECHEGARAY

TEATRO CÁNOVAS

AUDITORIUM DE TORREMOLINOS

SALA UNICAJA DE CONCIERTOS

SALA CHELA MAR

LA COCHERA CABARET

SALA LA TRINCHERA
SALA VELVET CLUB

SALA EVENTUALMUSIC


MUSEO INTERACTIVO DE LA MÚSICA

SALA CERO GRADOS

Entrevista Helena Pimenta - Donde hay agravios, no hay celos - Festival de Teatro

GRAN HOMENAJE A NUESTRO TEATRO Y A NUESTRA COMEDIA

La Compañía Nacional de Teatro Clásico aterriza en el Teatro Cervantes para presentarnos “Donde hay agravios no hay celos” de Zorrilla el próximo miércoles y jueves a las 21:00 con motivo del Festival de Teatro. Es una de las comedias menos conocidas y, además, está calificada por su propia directora como una de las mejores que se han escrito en Europa. De certificada experiencia son los actores y como no, su propia esencia e interés por hacer un producto de calidad que satisfaga a los espectadores malagueños que se decidan ir a verla. Hablamos con la propia Helena Pimenta.

Escena de "Donde hay agravios, no hay celos" Fotografía realizada por Ceferino López

P: ¿El agravio entonces quita la posibilidad de tener celos?

Helena Pimenta: El agravio como el odio o la ofensa es algo que verdaderamente ocupa tanto tiempo que impide, sobre todo, amar. Con lo cual, sino amas los celos existen, son sentimientos muy bloqueadores. Curiosamente en la época de la que estamos hablando, una persona que se sentía agraviada, como el concepto del honor estaba tan asentado y esta obra trata sobre una visión desmesurada del honor, había tanta preocupación del qué dirán que uno tenía que estar toda la vida pagando o intentando rescatar el honor perdido. Eso gasta mucha energía. Había unas reglas tan estrictas que no se podía hablar de ello sino se sabía quién era el ofensor. Eso se ha vivido en nuestro país y en otros países de Europa me imagino o no sé si de la misma manera. Lo que está claro es que un sentido de la ofensa y un dogmatismo excesivo impide querer y, por tanto, tener celos.

P: En esa contextualización hacia la actualidad me da la impresión que nos queréis transmitir que a pesar de todos los elementos tecnológicos de los que disponemos, nos comunicamos igual que en la misma época de creación de esta obra

Helena Pimenta: Qué bonito esto que dices. Es cierto que hay una clave en estos personajes de una obra que es desconocida para el gran público y yo considero que es una de las mejores comedias que se ha escrito en Europa. Lo que pasa es que hubo dos siglos muy buenos y luego se fue perdiendo fuelle en España. Efectivamente uno de los temas fundamentales es que los personajes no se atreven, como están llenos de normas muy rigurosas, de ofensas y de agravios, a decir la verdad. De hecho, el autor lo que hace es poner muchos aparte, con los que nosotros hemos hecho un juego de coreografías, para indicarnos que no son capaces de hablar con los demás. Al no ser capaces de hablar ni de comunicar sus miedos ni errores ni vergüenzas, no hay forma de que avance todo. Es una especie de enfermedad de soledad terrible hasta que afortunadamente, como en toda buena comedia, ese caos se va a arreglar. Es cierto que esta incomunicación que estamos padeciendo ahora de otra manera, esa dificultad de hablar de lo que nos pasa y mantener sistemas muy rigidos de relaciones es exactamente igual entonces que ahora.

P: ¿Por qué apostasteis por esta comedia?

Helena Pimenta: Como responsable de la Compañía Nacional de Teatro Clásico tengo que estar siempre buscando entre el repertorio clásico, los grandes títulos y otros menos conocidos y menos frecuentados por el público, buscando sacar a la luz de todo ese acervo cultural, que es un patrimonio riquisimo, todo lo posible. Todo lo que sea, en este caso susceptible, de ser leído hoy. Que el espectador de hoy se sienta concernido por ese texto. Efectivamente, es una decisión mía como directora de la compañía rescatar este texto y ha sido un felicísimo rescate. Verdaderamente desde que empezamos los ensayos hasta ahora, me entra la risa cuando lo pienso, nos ha dado muchas alegrías. El público se ha divertido siempre tanto y tiene un lenguaje tan ingenioso. Yo creo que nosotros lo hemos hecho con mucha libertad y con mucho sentido de la teatralidad. Hemos hecho una cosa muy muy muy teatral. Es como un teatrito, un juego del teatro en el teatro. Se percibe la respiración del actor. No hay nada sofisticado. Es un gran homenaje, por nuestra parte, al teatro y a la comedia. Son momentos en los que hemos de relativizar también. Hay una serie de antídotos para enfrentar estos momentos que vivimos y en esta obra está la compasión, la generosidad y el perdón como el resultado de todo este caos. Yo quería apostar por ese camino y que el público saliera alegre y con una sensación de ser humano comprendido y que disfrutáramos todos juntos. Ese ha sido uno de los objetivos prioritarios porque esta obra se presta a eso y se ve que es como una fiesta pero hecha con una humanidad importante. Los actores son auténticos titanes porque son preparados en bailar, decir el verso con belleza y con mucha comunicación, cantan, son cómicos y muy auténticos. Es decir, estamos hablado de actores con una preparación altísima lógicamente para este tipo de espectáculos que requieren muchísimo rigor.

P: Recuerdo que en “El sueño de una noche de verano” jugabais con unas paredes que al tornarse eran otros decorados, lo cual hacía más atractiva la presentación de la historia. ¿Cómo nos vais a sorprender con “Donde hay agravios no hay celos”?

Helena Pimenta: Siempre he tenido la idea de no repetirme. Arriesgar en cosas nuevas para evitar la repetición porque sería un rollo y me encanta que siga yendo público. Con los años, han ido apareciendo claves que están más desarrolladas. El otro día se hizo una mesa de reflexión sobre la risa aquí en el Teatro Pavón con filósofos y sociólogos y se hablaba que había mucha compasión en el planteamiento de la obra. Es algo que yo creo que me acompaña siempre. “El sueño de una noche de verano” estaba llena de sorpresas y era un término aparentemente cursi porque era una idea del amor hacia el teatro, aprender a quererse a uno mismo y a los demás. “Donde hay agravios no hay celos” también lo tiene. Es más mayor, unos cuantos años más tarde, pero tiene muchos ingredientes. A veces, lo recuerdo que tengo la sensación de que cuando hice en el año 1992 mi primer “El sueño de una noche de verano”, buscaba esa inocencia con la que mirábamos el teatro entonces y con esas ganas de agradar y de querer al espectador. Esa búsqueda de inocencia, aunque ya he perdido alguna en este tiempo porque es lógico, la he vuelto a buscar. Es un homenaje al teatro en todos sus aspectos desde el humor. Esa capacidad de sorpresa en la escenografía sigue apareciendo y quizá es de las que más tiene el aroma de “El sueño de una noche de verano”

P: ¿Qué papel va a tomar la música o concretamente ese acordeón en la obra?

Helena Pimenta: El acordeón lo toca en directo un especialista bielorruso, Vadzim Yukhnevic. Hemos trabajado la música popular desde el este al otro lado del Atlántico. Jugamos con la música como un personaje más dado que el texto en verso es muy musical, la música va acompañando y pautando, a veces, manteniendo incluso el ritmo o el tono de las escenas. Si hay que apretar más una escena, la aprieta el propio acordeón y prácticamente dialoga con ellos. Esto es algo que he trabajado en los últimos años y lo encuentro muy hermoso. Aunque sabemos que el acordeón no es propio de esa época, nosotros nos hemos permitido ese anacronismo porque nos parecía muy urbano y muy popular.

P: Dices que esta obra ha sido una oportunidad de profundizar en los mecanismos de la comicidad, ¿en qué sentido?

Helena Pimenta: En el teatro español han abundado las tragedias. Hablo de teatro clásico. Las comedias se han leído durante muchos años, en la mayoría de los casos en tono de farsa. Yo tengo la firme convicción de que el teatro clásico no tiene personajes esquemáticos, son personajes riquísimos y complejísimos. Desde ahí, me parecía que no se trataba de hacer cómico en grueso si no hacer un tipo de comedia refinada, a veces muy socarrona, a veces más bruta y a veces más sutil. Esto está en esta obra, tiene muchos elementos de comicidad como los cambios de personalidad, de papeles y esta circunstancia de que el público sepa más que los personajes. Hay una serie de claves fundamentales para la comedia pero yo quería subrayar esta calidad de lo que es la comedia española del Barroco porque tiene mucha más profundidad de la que se ha visto y tiene unos mecanismos absolutamente increíbles. En los juegos de palabras hay gente que se cree que son de broma y están traducidos del texto. Eso ha sido muy alegre

P: ¿Cómo ha sido el trabajo en la adaptación con Fernando SanSegundo, quién además hace el personaje de Don Fernando?

Helena Pimenta: Esta relación artística que hemos tenido desde “La vida es sueño” o “La verdad sospechosa” es estupenda. Yo sabía que necesitaba a alguien que estuviera muy vinculado a la escena. Quería un autor, como lo es él, que también es director y como actor reconoce muy bien esos mecanismos desde dentro. No quería imponerle al texto la literatura, quería que trabajara a favor de la acción. Él, verdaderamente, estando dentro y fuera con la dificultad que eso supone, supo desde el primer día que estaba haciendo una adaptación para el escenario, no pretendía montarse por encima del autor. Ha querido aclarar algunas palabras para el espectador y eso le ha llevado a cambiar algunos versos pero no ha montado una obra distinta. Ha sido verdaderamente rico porque a veces leíamos palabras y veíamos acciones. Tenemos una ligazón extraordinaria.

P: ¿En qué momento se encuentra la Compañía Nacional de Teatro Clásico? ¿Cómo afrontáis este 2015?

Helena Pimenta: A mi me da cierto pudor porque sé que no son buenos momentos para la profesión teatral, en general, pero la verdad es que llevo unos años que estamos viviendo un momento muy dulce. Se han conjurado una serie de aspectos con un equipo de base estupendo y un entusiasmo muy grande. Las cosas están saliendo bien de cara al público y a la crítica. Se está trabajando con mucho rigor y hemos invitado en fórmulas distintas, tanto directores invitados como compañías con las que hacemos coproducción, de manera que hemos bebido de muchas inspiraciones artísticas y de relaciones personales. Estamos viviendo con enorme dulzura el tránsito. Todo normal. Muy emocionamos porque cada vez se nos abren más caminos, los espectáculos están funcionando con un porcentaje de 100% de público en general. Tenemos muchos proyectos diversos y hemos hecho Europa ahora con algo pequeño pero ha estado estupendo en Londres o París. Estamos añadiéndole la vocación internacional en sitios donde no se habla español y donde pretendemos llevar las obras. Sinceramente me siento muy orgullosa. Hay días que te cansas mucho y esto es una paliza. Cuando vine de Londres, Dublin y Manchester me dije “pero que orgullo”, sentir que puedes aportar algo a la cultura de tu país. Así me siento ahora, a veces me canso pero me siento muy orgullosa

P: ¿Es difícil de complacer al espectador de teatro clásico?

Helena Pimenta: No te creas. Yo lo que trato de plantear es que haya formas diversas de hacerlo. Nosotros hemos subido el porcentaje una barbaridad. Cada año subimos entorno a 60.000 espectadores. Está la suerte de que hay mucha técnica, cada vez hay más capacidad para contar estas obras, con comunicación y una buena interpretación. Siempre hay alguna gente que se resiste porque piensa que no le concierne o que son palabras antiguas pero nosotros recibimos a mucha gente joven al año en los programas que tenemos y se ríen y se divierten. No estamos haciendo teatro museístico, somos gente de esta época, contamos la belleza de la escritura de unos poetas que han ido delante de nosotros con nuestra tradición y nuestro patrimonio y lo hacemos con los medios y la sensibilidad actual.

P: ¿Tienes oportunidad de ver montajes clásicos a nivel local? ¿Crees que hacen una buena labor de adaptación y difusión de estos textos?

Helena Pimenta: Tengo oportunidad en algunos momentos en la Escuela de Arte Dramático. Me parece muy bien, creo que es importante que estén guiados por gente que ayude a tomar, a veces, distancia. Pero me parece maravilloso que la gente más joven tome iniciativas y se enfrente al texto poco a poco. Al principio, uno se cree que se tiene que cargar la mitad del texto porque tiene una verdad superior a él. Por ahí hay que pasar. Y luego al final no quitas ni una cosa ni otra. Yo vengo del mundo del instituto donde nos sentíamos muy libres trabajando con los textos de los clásicos en aquel momento con Shakespeare y han siso maestros ausentes que han sido estupendos. Todo lo que te haga disfrutar y hacerte preguntas es bueno. El teatro clásico requiere muchos años, de 30 no baja la especialización. Me encanta que lo aborden y lo traten de decodificar y que se busquen soluciones. No hay que acertar siempre, hay que querer esos textos y hay que hacerlos. Con el tiempo, vas comprendiendo el universo y al principio tendrás un tipo de espectadores y luego tendrás otros. Creo que hay que estudiar mucho y son los que más te exigen estudiar porque no puedes negar lo que ellos han aportado. Hay mucho que sacar de ahí.

P: ¿Tienes en la recámara otros textos que sacar a flote como éste?

Helena Pimenta:
Ahora no puedo comentar nada porque estoy a punto de presentar la próxima temporada y no podría decirlo. Pero si que los tenemos y también otros del canon más oficial con miradas diferentes. Ya tengo en la mano el próximo y ahí ando peleando, iba a decir soñando pero no me deja dormir. Es horroroso pero merece la pena.

Una filosofía de trabajo más que adecuada y una sensibilidad muy apropiada para que siempre nos lleguen estos clásicos con esa tesitura especial que nos hacen llegar desde la compañía nacional de teatro clásico. No será una excepción este miércoles 28 y jueves 29 a las 21:00 con “Donde hay agravios, no hay celos” de Francisco de Rojas Zorrilla. El elenco son David Lorente, Jesús Noguero, Óscar Zafra, Rafa Castejón, Nuria Gallardo, Clara Sanchis, Fernando Sansegundo, Natalia Millán y Mónica Buiza 


Para escuchar a la propia Helena Pimenta durante nuestra entrevista podéis hacer click en este enlace:

http://www.ivoox.com/entrevista-helena-pimenta-donde-hay-agravios-no-audios-mp3_rf_3999132_1.html

domingo, enero 25, 2015

Crónica "El largo viaje del día hacia la noche"

Vicky Peña y Mario Gas
Estamos llegando al ecuador del Festival de Teatro de Málaga con expectativas de los grandes que aún quedan por llegar y recibiendo las más esperadas en estos días.

Es el caso de "El largo viaje del día hacia la noche" que, con los nombres de la categoría de Vicky Peña y Mario Gas, han conseguido un lleno en la función del sábado en el Teatro Cervantes de Málaga. Mañana domingo tienen otra oportunidad a las 19:00.

Esta obra es cierto que supone un largo viaje. Un largo viaje que el espectador tiene que aceptar puesto que dura dos horas y media, contando también una interrupción de diez minutos de intermedio. Y digo que lo tiene que aceptar porque la estética dialogal que presenta Eugene O´Neill en esta adaptación tan fiel, que acertadamente nos adelantó en la entrevista Vicky Peña, es muy compleja, intensa y con pocos elementos que nos hagan averiguar verdaderamente que ocurre y porqué hay tanto sufrimiento en esta familia.

Está siendo el festival de las autobiografías de escritores, ocurrió con Tennesse Williams en "El zoo de cristal" y ahora también con "El largo viaje del día hacia la noche" de Eugene O´Neill en el que presenta a su familia y cómo el oficio de actor influyó en los desencadenamientos que refleja la obra y que realmente también tuvo en su entorno.

La dificultad reside en ese aspecto que es fundamental para el teatro y más que nada con algo tan profundo, que es el grado de identificación. El público necesita reconocer a esos personajes. Verlos en sus vidas y dejarse llevar por lo que cuentan. Y en este caso cuesta. Cuesta mucho porque la información llega a cuentagotas y los personajes están llevados a unos extremos muy fuertes que, en ocasiones, resultan poco entendibles.

Lo cercioro en el descanso escuchando los comentarios de la gente. ¿Por qué se vuelve tan histérica? ¿Qué es lo que les ocurre? ¿Por qué reaccionan de esa manera?. Quizás es esa la reacción que se busca a tenor de lo que ocurre después del intermedio en el segundo acto, los caminos se van cerrando y vas entendiendo cada incertidumbre que se plantea y el interés empieza a crecer de nuevo para querer saber cómo va a ser el desenlace de esta familia. En este caso, yo hubiera incorporado algún elemento de conocimiento y acercamiento, sin terminar de desvelar del todo el resultado de esa información, pero al menos para no desconcertar tanto al espectador y que sienta más cercanos a esos personajes o le resulten más comprensibles.

Cada uno de los actores, principalmente en ese segundo acto, tiene su momento de lucidez personal. Eso hay que alabarlo. Pero ante mis ojos, la que sobrepasa todas las barreras es Vicky Peña. Es la que tiene una mejor evolución de su personaje, la que lleva una bandera de naturalidad, horror, incertidumbre y pasión que da gusto para cualquiera que la observa. A su lado, todos están más pequeños y la gran genialidad es lo mucho que llena con poco que haga. Esa es su virtud y es el gustazo personal por el que a una servidora le haya merecido la pena ver esta obra. Un detalle que me ha parecido alucinante es en un momento que se abrazaba a su marido en la historia, ella susurraba muy dulce y se escuchaba en cada rincón del teatro. Un momento mágico y con el que he aprendido lo grande que es el teatro en ese trabajo de Vicky Peña

Por cierto, uno de los hijos de esta familia reflejaba que se encuentra muy enfermo pero nada comparado al concierto de toses que he tenido que soportar en mi función. Es completamente incomprensible cómo no se puede parar en esas dos horas y media de toser constantemente. Es que no me lo puedo llegar a creer. Doy gracias a que no ha sonado ningún móvil pero verdaderamente no me puedo explicar cómo nadie puede preveer una botellita de agua o tomarse antes de entrar a la función un caramelo para aguantarse la tos. Es que ya parece hasta que se la provocan porque no era ni normal lo que se ha escuchado en todo el aforo.

Volviendo a "El largo viaje del día hacia la noche", pena que después de conseguir en esa montaña rusa de emociones del segundo acto, bajarme de nuevo a la apatía tras conocer el final. Puede ser un problema personal que no era lo que tenía en mi cabeza o lo que pensaba que debía ser, y al ser un drama familiar tan fuerte, no sé si es que esta sensación tan agridulce es la que tengo que tener. Pero en fin, más que nada destacable Vicky Peña quién me lleno más de lo que esperaba, ¡viva ella!

Crítica "Into the Woods"

Divertimento cinematográfico de esos que buscas los fines de semana por la tarde. Con esa sonrisa salí de ver la adaptación al cine de este musical que tantas alegrías ha dado en tantos años en Broadway y que supone una de las mejores composiciones del amo Stephen Sodheim.

Yo llevaba un buen añadido extra con el gran montaje que pude ver el año pasado en la Escuela de Arte Dramático de Málaga. Con unos actores que vibraban y daban lo mejor de ellos en cada una de las canciones que interpretaban y con unos medios ínfimos con los que dieron muchísimo de sí (ya me gustaría que hubieran tenido el potencial de la Disney detrás) y los arreglos musicales extraordinarios que pudimos disfrutar en esa ocasión.

Claro, empieza el "I wish" y ya me acordaba de la escena en la ESAD y así sucesivamente cada momento de las dos horas que dura esta película. Precisamente, ese es el inconveniente que le encuentro. La historia impacta, las canciones gustan pero a media película, te pierdes bastante en ese bosque queriendo que los personajes encuentren ya la salida. De hecho, va de más a menos e incluso una servidora encontró un momento perfecto donde todo podía haber concluido ya pero alargandolo tanto, hacía que perdiera mi interés y ya no me fijara tanto en los matices que siempre ofrece el director, Rob Marshall, a quién siempre le deberé mis maravillosas "Chicago" y "Memoria de una geisha" y cada uno de los sorprendentes intérpretes que os vais a encontrar.

Volviendo a lo interesante, Meryl Streep, sobrepasa a todos. Incluso se decanta en un increíble vestuario con el que ya dos pequeñajas detrás de mí en el cine ya estaban flipando en colores queriendo tenerlo. Y eso que se supone que es la mala de la película. Pero mi candidatura sigue siendo para Julianne Moore en "Siempre Alice", lo cual no quita que haya sido un acierto premiar el esfuerzo, trabajo y divertimento que esta mujer consigue con su personaje y que esté en esa terna de los Oscar siendo una película musical con menos trascendencia y empaque que las restantes nominadas.

Me he quedado bastante boquiabierta por las capacidades vocales de los actores, no por Johnny Depp quién creo que me sorprendería actualmente si saliera en alguna película al natural, sin disfrazarse ni haciendo voces raras (por cierto, el bigote de cartón pega de lobo queda super cutre), si no por los restantes actores, especialmente Emily Blunt y Chris Pine. Éste último interpreta para mí la canción más divertida y con la que mejor me lo pasé en "Into the woods":


Y la eterna pregunta, ¿niños si o no?. Yo lo único que os puedo decir es que las niñas que tenía detrás de mí, fliparon en colores y se lo transmitían a cada momento a la madre. Ahora bien, no es historia de princesitas con final feliz y cuentos de hadas. No todo acaba bien y no todo es happy disney en esta historia. El vocabulario de las canciones es complejo y hay que dar por hecho que no van a entender muchas de las cosas que aparecen en la película.

Por lo demás, un buen trabajo que te hace salir contento del cine y tarareando casi todas las canciones que se meteran en vuestro cerebelo hasta que una con las que nos bombardeen constantemente se meta de nuevo en nuestro disco duro.

Nota: 6 Arcones
 

Crítica "Siempre Alice"

Hay historias conmovedoras que cuentan una realidad muy dura que son capaces de darte más vitalidad de lo que una película "moralista" pueda conseguir. Siempre es una característica que atribuyo inmediatamente el teatro y que el cine es capaz, en muy pocas ocasiones, de provocarmela. Y llegó "Siempre Alice" o más que nada la interpretación de Julianne Moore para marcarme lo equivocada que estaba.

La actriz que tiene que tener ya el Oscar en sus manos interpreta a Alice Howland, una profesora de lingüistica que empieza a padecer alzheimer precoz y vemos cómo evoluciona sus síntomas y cómo afecta a una vida que creía construida de otra manera.

La historia que cuentan los directores, Richard Glatzer y Wash Westmoreland, está adaptada de la primera novela de Lisa Genova. La semana de su publicación en Estados Unidos se colocó en el quinto puesto de la lista de libros más vendidos del New York Times y permaneció en la lista durante 40 semanas seguidas. Posteriormente fue traducida a 25 idiomas. Y resulta tan cercana y sientes esa empatía necesaria para implicarte de lleno en lo que sucede en cada una de las escenas, no únicamente por la soberbia interpretación de Julianne Moore, si no porque uno de los directores descubre en ese momento que le llega la oportunidad de dirigir "Siempre Alice" que tiene esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad muy diferente al alzheimer porque deja el intelecto intacto pero es el cuerpo el que no responde, al contrario que el alzheimer. Pero en común ambas experiencias tienen el cómo conocen que padecen dichas enfermedades y a edades tan tempranas. Sienten los mismos procesos y la vida les cambia de la misma manera. Por eso resulta tan efectiva, "Siempre Alice"

Igualmente, además del gran acierto de Julianne Moore por muy pesada que me esté poniendo, es la planificación tan cerrada donde sufres cada paso de la protagonista y sus mismos miedos e incertidumbres porque la cámara se sitúa cómo si fuéramos sus ojos y nos perdiéramos sin saber dónde estaba el baño o que tenía que coger de un cajón. Y la música es mágica y maravillosa y para prueba su banda sonora principal:


En cuanto a los restantes actores, estando Julianne Moore, a pesar de las ganas intensas que ella confiesa que tenía de trabajar con Alec Bladwin después de coincidir en la serie "Rockefeller Plaza", simplemente sirven para brindarle a ella en bandeja lo que tiene que decir y hacer. Por lo menos, ni Kristen Stewart ni Kate Bosworth fastidian esta hermosa película

Y a pesar de esa temática, te refuerzan las ganas de vivir y de aprovechar cada segundo y te das cuenta de la gran fortaleza que puede tener el ser humano, también evidentemente piensas en lo injusto que puede ser tu destino con la persona que menos se lo merece, inteligente y con tanto por enseñar, pero como ella misma dice en la mejor escena de "Siempre Alice", aunque dentro de cinco minutos no recuerde lo que acabo de sentir, va a ser la mejor experiencia que tenga en mi vida y por ello merecerá la pena.

La tenéis en el cine Albéniz en versión original, así que es la mejor recomendación que puedo daros para que vayais a verla. Ojalá, de verdad, la vea recoger ese Oscar.

Nota: 9 Arcones

sábado, enero 24, 2015

Crónica "Continuidad de los parques" - Teatro Cervantes

NADIE VA A PODER, NI SIQUIERA SOSPECHAR, NINGUNA DE LAS ESCENAS QUE SUCEDEN EN ESTE PARQUE

Protagonistas de "Continuidad de los parques".
Fotografía de Jheresay


Reunir tanto talento actoral y que te reciban de buen agrado recién llegados a Málaga es difícil de conseguir en estos tiempos de prisas donde enseguida están cogiendo un tren para ir a otra ciudad a actuar. Roberto Álvarez, Gorka Otxoa, Fele Martínez y Luis Zahera me regalan el mejor humor desde que nos presentamos. Congenian y tienen una complicidad especial que luego se transmite en el escenario del Teatro Cervantes horas después.

Nos presentan en el Festival de Teatro de Málaga, “Continuidad de los parques”, una adaptación que Sergio Peris-Mencheta realiza y dirige del texto del dramaturgo Jaime Pujol. Se trata de diferentes historias con el denominador común que todas suceden en un parque. Pero hasta ahí, es lo único que puedo explicar porque lo que uno presencia durante el tiempo que dura la obra, resulta inverosímil. Tantos personajes y hasta donde acaban cada uno de ellos, ningún espectador se lo puede imaginar. “Llevamos ya unas cuantas funciones a nuestras espaldas y muchos ensayos y esos personajes ya nos salen solos”, nos cuenta Fele Martínez, “Ya sólo estás pendiente de entrar cuando tienes que entrar y no tropezar con los muebles”. Añade Gorka, “hay gente que cree que somos más de cuatro actores y sólo saludamos nosotros cuatro y se preguntan ¿donde está el resto?, eso es porque hay muchos cambios y muy rápidos”

Fele Martínez. Fotografía de Jheresay

Roberto Álvarez. Fotografía de Jheresay
Roberto Álvarez está brillante, Gorka Otxoa especialmente divertido, Fele Martínez entre manteniendo el tipo hasta llegar a lo más delirante y las carcajadas más sonoras del Teatro Cervantes las provoca Luis Zahera en cada una de sus intervenciones. Buena parte de ellas reconozco que son mías. Les pregunto si se han planteado cambiar los personajes y me confirman que era la idea original y Luis Zahera defiende “que si se hubiera tenido más tiempo para ensayar, todos se hubieran sabido los personajes de todos y hubiéramos podido jugar con eso aleatoriamente”. Gorka también nos comenta “que los cuatro hemos crecido muchísimo como actores y como personas que no siempre ocurre”

“Todo lo que pueda pasar genial en una comedia que te rías y te diviertas va a suceder en Continuidad de los parques”, así de tajante nos lo adelantaba Roberto Álvarez cuando le entrevistábamos por la mañana. Y remata “Nadie va a poder, ni siquiera sospechar, ninguna de las escenas que va a suceder en este parque”. Incluso nos confiesan que este punto es sorprendente hasta para ellos mismos preguntándose incluso ¿qué está pasando?. Fele nos cuenta que el director les proponía que sorprendieran a los compañeros, por eso es importante el grado de concentración que tienen que tener porque no saben por dónde les pueden salir los demás.


Gorka Otxoa. Fotografía de Jheresay
“Todo lo que pueda pasar genial en una comedia que te rías y te diviertas va a suceder en Continuidad de los parques”, así de tajante nos lo adelantaba Roberto Álvarez cuando le entrevistábamos por la mañana. Y remata “Nadie va a poder, ni siquiera sospechar, ninguna de las escenas que va a suceder en este parque”. Incluso nos confiesan que este punto es sorprendente hasta para ellos mismos preguntándose incluso ¿qué está pasando?. Fele nos cuenta que el director les proponía que sorprendieran a los compañeros, por eso es importante el grado de concentración que tienen que tener porque no saben por dónde les pueden salir los demás. 

El único inconveniente, como es lógico que suceda en cualquier montaje que contiene muchos skectches. Es que unos funcionan más que otros. Te dejan reposo, te hacen pensar pero al final buscas los que más recuerdas y te han divertido. Ese es el riesgo. 

En esos muebles de los que hablaba Fele Martínez, hay un esfuerzo por parte de la escenografía que busca seguir mejorando esas sorpresas en cada uno de esos personajes que intervienen en un momento a otro. Eso ayuda a que no sea únicamente esperar al protagonista que vaya a salir y a ver qué dice, complementa su discurso o alivia la tensión actoral que se provoque. Y en esa tesitura, también han querido utilizar la música. En mi caso, logra que me despiste más que gustarme como ambientación o transición de una cosa que se cuenta a otra. Reconozco que es un problema personal porque me gusta escuchar absolutamente todo lo que se dice en los diálogos pero esa música me distraía de una manera que ha logrado enfadarme.


Luis Zahera. Fotografía de Jheresay
En la entrevista previa nos contaba Gorka que Sergio Peris-Mencheta va a alguna de las funciones porque quiere seguir estando pendiente de lo que sucede y en una temporada que coincidía que Sergio estaba actuando en otra obra, no la vio en un tiempo y cuando volvió, los propios actores recularon algunas cosas que no estaban desde el principio. Es lo lógico con un texto tan vivo que llevan representando durante un año.

Les pregunto también por los ensayos donde tuvieron que hacer algo especial que nos cuenta Roberto, “al principio de esta obra, yo dije que Sergio era un director emergente de mucho éxito pero ya no lo digo porque está absolutamente consolidado, uno de sus talentos es provocar un punto de arranque en la obra con los actores, en el sentido técnico donde hicimos un curso de clown y en la concentración para buscar sinergias entre los actores”. En el sitio de ensayo, imaginaban con los ojos cerrados un lugar imaginario, les metían olores y tocaban cosas. Así que cada uno de ellos pudo pensar lo que particularmente le sugería y después imaginaban un animal que les daba un objeto en una selva y volvían de ese lugar con ese objeto. Al final, pudieron modelar con arcilla con los ojos cerrados el propio símbolo de cada uno. Una experiencia personal que tiene que ver con ese viaje teatral que les permite llegar mucho mejor a dónde el personaje y la obra requiere.



Protagonistas de "Continuidad de los parques" durante nuestra entrevista. Fotografía de Jheresay
Concluyo la entrevista queriendo saber su opinión sobre el panorama cultural, mucho más desde que siempre acaban las funciones con esa frase de García Lorca, “Un pueblo que no ayuda y no fomenta su teatro sino está muerto, está moribundo”, Luis Zahera nos confirma que “es más necesaria que nunca esta afirmación tal y como está el berenjenal”. Continua Gorka “es tan loco como vergonzoso que en este país tengamos un 21% de IVA cultural que en los países de alrededor que no tienen o tienen un 4% y que otros bienes de lujo tengan menos es un sinsentido absoluto”.

“Continuidad de los parques” debe continuar todo lo posible, perdura especialmente en esos momentos hilarantes donde no te puedes creer absolutamente nada de lo que ves y eso es lo que hace que sea un espectáculo diferente de comedia a lo que comúnmente conocemos. Ha logrado sacar partes desconocidas y que les hacen ser mejores actores a estos cuatro talentazos de un arte que se reconoce poco y que son unos maestros. Y porque un parque siempre continua dando historias, las que necesitamos ver interpretadas durante nuestra vida. Y sigo proponiendo ese “Discontinuidad de los parques” con los cambios entre bambalinas, a ver si me hacen caso porque como decía Fele Martínez, “hay otra función ahí”. Hay más improvisaciones que se pueden ver en barcopirata.org, no se las pierdan.


 Si queréis escuchar el audio de esta entrevista que os aseguro que merece la pena, pinchad en este enlace:


http://www.ivoox.com/entrevista-roberto-alvarez-fele-martinez-gorka-otxoa-y-audios-mp3_rf_3992054_1.html