domingo, enero 25, 2015

Crónica "El largo viaje del día hacia la noche"

Vicky Peña y Mario Gas
Estamos llegando al ecuador del Festival de Teatro de Málaga con expectativas de los grandes que aún quedan por llegar y recibiendo las más esperadas en estos días.

Es el caso de "El largo viaje del día hacia la noche" que, con los nombres de la categoría de Vicky Peña y Mario Gas, han conseguido un lleno en la función del sábado en el Teatro Cervantes de Málaga. Mañana domingo tienen otra oportunidad a las 19:00.

Esta obra es cierto que supone un largo viaje. Un largo viaje que el espectador tiene que aceptar puesto que dura dos horas y media, contando también una interrupción de diez minutos de intermedio. Y digo que lo tiene que aceptar porque la estética dialogal que presenta Eugene O´Neill en esta adaptación tan fiel, que acertadamente nos adelantó en la entrevista Vicky Peña, es muy compleja, intensa y con pocos elementos que nos hagan averiguar verdaderamente que ocurre y porqué hay tanto sufrimiento en esta familia.

Está siendo el festival de las autobiografías de escritores, ocurrió con Tennesse Williams en "El zoo de cristal" y ahora también con "El largo viaje del día hacia la noche" de Eugene O´Neill en el que presenta a su familia y cómo el oficio de actor influyó en los desencadenamientos que refleja la obra y que realmente también tuvo en su entorno.

La dificultad reside en ese aspecto que es fundamental para el teatro y más que nada con algo tan profundo, que es el grado de identificación. El público necesita reconocer a esos personajes. Verlos en sus vidas y dejarse llevar por lo que cuentan. Y en este caso cuesta. Cuesta mucho porque la información llega a cuentagotas y los personajes están llevados a unos extremos muy fuertes que, en ocasiones, resultan poco entendibles.

Lo cercioro en el descanso escuchando los comentarios de la gente. ¿Por qué se vuelve tan histérica? ¿Qué es lo que les ocurre? ¿Por qué reaccionan de esa manera?. Quizás es esa la reacción que se busca a tenor de lo que ocurre después del intermedio en el segundo acto, los caminos se van cerrando y vas entendiendo cada incertidumbre que se plantea y el interés empieza a crecer de nuevo para querer saber cómo va a ser el desenlace de esta familia. En este caso, yo hubiera incorporado algún elemento de conocimiento y acercamiento, sin terminar de desvelar del todo el resultado de esa información, pero al menos para no desconcertar tanto al espectador y que sienta más cercanos a esos personajes o le resulten más comprensibles.

Cada uno de los actores, principalmente en ese segundo acto, tiene su momento de lucidez personal. Eso hay que alabarlo. Pero ante mis ojos, la que sobrepasa todas las barreras es Vicky Peña. Es la que tiene una mejor evolución de su personaje, la que lleva una bandera de naturalidad, horror, incertidumbre y pasión que da gusto para cualquiera que la observa. A su lado, todos están más pequeños y la gran genialidad es lo mucho que llena con poco que haga. Esa es su virtud y es el gustazo personal por el que a una servidora le haya merecido la pena ver esta obra. Un detalle que me ha parecido alucinante es en un momento que se abrazaba a su marido en la historia, ella susurraba muy dulce y se escuchaba en cada rincón del teatro. Un momento mágico y con el que he aprendido lo grande que es el teatro en ese trabajo de Vicky Peña

Por cierto, uno de los hijos de esta familia reflejaba que se encuentra muy enfermo pero nada comparado al concierto de toses que he tenido que soportar en mi función. Es completamente incomprensible cómo no se puede parar en esas dos horas y media de toser constantemente. Es que no me lo puedo llegar a creer. Doy gracias a que no ha sonado ningún móvil pero verdaderamente no me puedo explicar cómo nadie puede preveer una botellita de agua o tomarse antes de entrar a la función un caramelo para aguantarse la tos. Es que ya parece hasta que se la provocan porque no era ni normal lo que se ha escuchado en todo el aforo.

Volviendo a "El largo viaje del día hacia la noche", pena que después de conseguir en esa montaña rusa de emociones del segundo acto, bajarme de nuevo a la apatía tras conocer el final. Puede ser un problema personal que no era lo que tenía en mi cabeza o lo que pensaba que debía ser, y al ser un drama familiar tan fuerte, no sé si es que esta sensación tan agridulce es la que tengo que tener. Pero en fin, más que nada destacable Vicky Peña quién me lleno más de lo que esperaba, ¡viva ella!

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