martes, mayo 20, 2014

La Big Band de Frank Underwood

La semana pasada cumplimenté un placer seriéfilo que ha sido prorrogado con un placer musical que también tuve ayer la oportunidad de disfrutar. Series y música, me faltaría teatro para completar mi círculo perfecto. Aunque lo que hace Kevin Spacey junto a Robin Wright, mataría por verlo en un escenario con la banda sonora de la bing band del Conservatorio Superio de Música de Málaga que ayer deleitó con temas míticos de esa era de instrumentos, armonías y mucho ritmo, más muchas sorpresas a lo Snarky Puppy

Separando conceptos. Soy forofa de los diálogos y miradas. Frank y Claire Underwood me han regalado de las mejores en estas dos temporadas, pero sobretodo esta última. Ese político que nunca quisieras para tu país pero si en la pantalla de tu televisor, y que gracias al apoyo de su elegante e inteligente mujer, busca sus objetivos olvidándose de lo que muchos políticos están haciendo ahora, el interés de la gente y quiere su propia supervivencia. Pactos, alianzas, traiciones y estrategias valen para que hayamos tenido las mejores frases que yo he escuchado en una serie desde hace tiempo, pero siempre con esa mirada a cámara del gran Spacey, frío, serio e irónico. "Si te quieres ganar mi confianza, entonces tendrás que ofrecerme la tuya a cambio" o "Siempre he detestado la necesidad de dormir. Al igual que la muerte, pone incluso a los hombres más poderosos de espaldas".

A pesar, de que más o menos, puedas intuir por donde irán los tiros de su voluntad por alcanzar la presidencia de los Estados Unidos, el guión da muchos giros, sorprende y utiliza adecuadamente el carisma que se le otorga a los personajes principales y secundarios para dejarte llevar por una trama que no cansa, que te atrapa y que se te hace puñeteramente corta.

Tampoco voy a negar que una buena serie política, "El ala oeste de la Casa Blanca" (¿una campaña Jed Bartlet contra Frank Underwood? ¡No sé quién la ganaría!), me ilumina los ojos. Me gusta entrar en ese terreno haciéndolo ficción. Ya que estamos en un mundo donde los fingimientos y las apariencias proliferan, ¿por qué mejor no hacerlo con actores de verdad que me los creo más?. Quizás sea eso y ese duo protagonista que recalco de Kevin Spacey con Robin Wright que hace que se te caiga la baba con cada una de sus escenas y su mera presencia en ellas. La evolución de su relación y su manera de afrontar sus retos en cada capítulo es algo que todo admirador de series debe disfrutar y ver. 

Ansiosa estoy por esa tercera temporada y mientras tanto la banda sonora me acompaña en mis escritos más complicados...



Y llegando el lunes, un regalazo musical en forma de la Big Band del Conservatorio Superior de Música de Málaga. Su director, Juan Ramón Veredas, comenzó el espectáculo destacando el trabajo y el esfuerzo por superarse de sus alumnos. Yo viví y sentí esa ilusión musical. Esa carrera necesaria para los que han nacido para ello y los que hemos nacido para escucharles y trasladarnos en nuestra imaginación al mejor paisaje con esa banda sonora.

Yo lo hice. Viajé a mis sitios preferidos gracias a las versiones que hicieron de Sammy Nestico, ese "Cherokee" y "Blues Brothers" y a la hora de las interpretaciones una Anamaria Nicoara que lo bordó con ese complicadísimo "Mu heart belongs to Daddy" dándole el toque sensual y tierno que necesitaba esa canción y una Ana Sánchez que volví a descubrirle una voz que no le había escuchado, y mira que he tenido esa suerte muchas veces. Ese "Summertime" suave, delicioso, donde las letras le bordeaban los labios y la garganta se le quedaba sensible como dejó mi corazón mientras cantaba por play back con ella desde mi butaca.


En cuanto a los músicos, Pedro Cruces es un talento innato a la trompeta donde ya tuve ocasión de escucharle con Jazztease en "Walking on Broadway" y ya captó mi atención, las guitarras, bajos y contrabajos, los saxofones, clarinetes, flauta, violines, piano y la percusión con mi Pedro Valdivieso, que no cantó (ya me debe otra), todo perfecto para una gran fiesta musical donde se demuestra que no siempre se hace lo mismo en nuestra querida Málaga. Se apuesta y se arriesga y más que nada, se hace de forma muy profesional para los amantes de lo diferente, de esos sonidos que hacen vibrar del asiento pero también que entran en el oído como lecciones de vida. Ese talento de cantantes, músicos y profesores no debe desaparecer porque no quedaría lugar para nuestros sueños. 

Les deseo el mejor futuro que puedan obtener y que esa aula 23 siga siendo el lugar de ensayo de creaciones tan espectaculares como la de ayer en el Teatro Echegaray que me dejaron boquiabierta. Aquí tenéis una prueba de ello.



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