Aquí le teneis en una de las canciones que más me gustan, también a mi prima Dalia, y que fue una de las mejores del concierto y así empezáis el domingo de la mejor manera posible
Y ya os dejo con la crónica que no me dio tiempo a publicar antes de mi aventura madrileña. Mi Caballero de Olmedo con mi Javier Veiga.
LANZAS
QUE DESCUBREN UNA ORIGINAL ADAPTACIÓN
Durante
el Festival de Teatro, no dejamos de sorprendernos con los clásicos.
Este “Caballero de Olmedo” tiene de las mejores escenografías
que he podido ver en mucho tiempo y un juego dinámico con diferentes
elementos que hace que el espectador no se aburra en ningún
instante.
De
las opiniones más recogidas a la salida del Teatro Cervantes es “se
me ha pasado volando” y es que llevamos mucho tiempo acostumbrados
a conocer los clásicos de la misma manera y, en algunas ocasiones,
nos los sabemos casi de memoria.
Esta
nueva adaptación de Eduardo Galán es brillante pero más aún la
propuesta dirigida por Mariano de Paco Serrano. Si bien la
escenografía y la iluminación siempre complementan a lo que sucede
en escena y a fortalecer los textos de los actores, en este caso
cobra incluso más protagonismo que la propia historia. No dejamos de
sorprendernos con cambios de posición de los actores ataviados con
una cabeza de toro, utilizan lanzas que inexplicablemente se quedan
clavadas en el suelo en cualquier punto de la plataforma principal y
sobre todo se juega con la imaginación utilizando las luces y otros
elementos como lazos o los propios cuerpos de los actores para crear
las diferentes escenas, sin que los actores tengan que salir del
escenario y sin tener que hacer transiciones con el decorado.
El
nivel de las interpretaciones es bastante bueno, en general, aunque
se hubiera echado en falta el haber utilizado un sonido más alto
puesto que no siempre, en las situaciones que se desarrollan, los
actores proyectan su voz directamente al público si no que por la
confección de la propia obra, hablan hacia personajes que están
detrás o que incluso rodean el círculo central donde está
sustentada toda la historia. Esos diálogos hacia atrás apenas se
escuchaban y hubiera sido adecuado mejorar esa microfonía o la
acústica para poder recibir bien todos esos versos y continuar sin
esforzarnos las andanzas de Don Alonso.
Aún
así, sabiendo de la maestría de José Manuel Seda y Enrique Arce, y
descubriendo nuevos valores como Jordi Soler y Alejandro Navamuel,
mis gratas sorpresas han sido los papeles femeninos menos
protagonistas, Encarna Gómez que encarna a Fabia, con un saber hacer
y un saber estar en el escenario envidiable, y la dulce voz de Andrea
Soto como Leonor. Si me quejaba en una anterior crónica del poco
acierto de utilizar coros con segundas y terceras voces que imitaban
el quejío flamenco en Hécuba,
aquí
ese cante dulce es más que apropiado para ambientar las tensas
escenas que se estaban produciendo.
A
Marta y Javier ya presagiaba que no me iban a defraudar. Ese brillo
en sus ojos de enamorados, esas miradas, ese poder tocarse y luego
no, se transmite incluso mucho más que sus palabras. Aunque
reconozco llenarme de emoción cuando Javier Veiga recitaba al cielo
los versos más amorosos y de rabia por querer estar al lado de su
doña Inés. Es de las mejores interpretaciones que le he visto en
escena y le llevo siguiendo durante mucho tiempo. Me ha cautivado con
su manera de recitar y expresar lo que estaba sintiendo. Al final,
como le dije en la entrevista, va a ser que este chico de O Grove se
lo sabe y lo demuestra, gran trabajo su Don Alonso.
Además
el dinamismo de la obra permite tener momentos más de calma, más
tensos, más emocionales y muy necesario, sorprendente y con gran
acierto el utilizar una escena de lucha entre los dos conquistadores
de doña Inés que permite demostrar que también el teatro español
es capaz de crear esas luchas apasionantes y con un gran trabajo de
coreografía e intensidad.
Si
buscan ese “Caballero de Olmedo” que les haga olvidar lo que ya
conocían y además respetando el texto y la intención de Lope de
Vega, que de eso se trata y así se deben respetar los clásicos sin
caer en el humor burdo o en el completo uso de la abstracción donde
no se entiende absolutamente nada, sin duda deben ver esta obra y
volverán a enamorarse y vibrar con este gran clásico.
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