domingo, febrero 02, 2014

Crónica "El Caballero de Olmedo" (y un poquito de Michael Bublé)

Vuelta de los madriles, un momento kit kat que necesitaba para mí y para disfrutar con mi Carlos, recorriendo sus calles, descubriendo muchas sorpresas y flipando en lo que ha sido el mejor concierto de mi vida con Michael Bublé por ese respeto a la música y ese carisma que desconocía en su trabajo, sí que lo tenía en su voz y por eso me encanta. Qué feliz fuí con esa orquesta, con esas versiones y con esa gran fiesta de la que me apropié unos corazones que salieron del techo al versionar "All you need is love" y que he escondido en los bolsillos de mi abrigo para despetarme una sonrisa cada vez que los descubra.

Aquí le teneis en una de las canciones que más me gustan, también a mi prima Dalia, y que fue una de las mejores del concierto y así empezáis el domingo de la mejor manera posible


Y ya os dejo con la crónica que no me dio tiempo a publicar antes de mi aventura madrileña. Mi Caballero de Olmedo con mi Javier Veiga.

LANZAS QUE DESCUBREN UNA ORIGINAL ADAPTACIÓN

Durante el Festival de Teatro, no dejamos de sorprendernos con los clásicos. Este “Caballero de Olmedo” tiene de las mejores escenografías que he podido ver en mucho tiempo y un juego dinámico con diferentes elementos que hace que el espectador no se aburra en ningún instante.

De las opiniones más recogidas a la salida del Teatro Cervantes es “se me ha pasado volando” y es que llevamos mucho tiempo acostumbrados a conocer los clásicos de la misma manera y, en algunas ocasiones, nos los sabemos casi de memoria.

Esta nueva adaptación de Eduardo Galán es brillante pero más aún la propuesta dirigida por Mariano de Paco Serrano. Si bien la escenografía y la iluminación siempre complementan a lo que sucede en escena y a fortalecer los textos de los actores, en este caso cobra incluso más protagonismo que la propia historia. No dejamos de sorprendernos con cambios de posición de los actores ataviados con una cabeza de toro, utilizan lanzas que inexplicablemente se quedan clavadas en el suelo en cualquier punto de la plataforma principal y sobre todo se juega con la imaginación utilizando las luces y otros elementos como lazos o los propios cuerpos de los actores para crear las diferentes escenas, sin que los actores tengan que salir del escenario y sin tener que hacer transiciones con el decorado.

El nivel de las interpretaciones es bastante bueno, en general, aunque se hubiera echado en falta el haber utilizado un sonido más alto puesto que no siempre, en las situaciones que se desarrollan, los actores proyectan su voz directamente al público si no que por la confección de la propia obra, hablan hacia personajes que están detrás o que incluso rodean el círculo central donde está sustentada toda la historia. Esos diálogos hacia atrás apenas se escuchaban y hubiera sido adecuado mejorar esa microfonía o la acústica para poder recibir bien todos esos versos y continuar sin esforzarnos las andanzas de Don Alonso.

Aún así, sabiendo de la maestría de José Manuel Seda y Enrique Arce, y descubriendo nuevos valores como Jordi Soler y Alejandro Navamuel, mis gratas sorpresas han sido los papeles femeninos menos protagonistas, Encarna Gómez que encarna a Fabia, con un saber hacer y un saber estar en el escenario envidiable, y la dulce voz de Andrea Soto como Leonor. Si me quejaba en una anterior crónica del poco acierto de utilizar coros con segundas y terceras voces que imitaban el quejío flamenco en Hécuba, aquí ese cante dulce es más que apropiado para ambientar las tensas escenas que se estaban produciendo.

A Marta y Javier ya presagiaba que no me iban a defraudar. Ese brillo en sus ojos de enamorados, esas miradas, ese poder tocarse y luego no, se transmite incluso mucho más que sus palabras. Aunque reconozco llenarme de emoción cuando Javier Veiga recitaba al cielo los versos más amorosos y de rabia por querer estar al lado de su doña Inés. Es de las mejores interpretaciones que le he visto en escena y le llevo siguiendo durante mucho tiempo. Me ha cautivado con su manera de recitar y expresar lo que estaba sintiendo. Al final, como le dije en la entrevista, va a ser que este chico de O Grove se lo sabe y lo demuestra, gran trabajo su Don Alonso.

Además el dinamismo de la obra permite tener momentos más de calma, más tensos, más emocionales y muy necesario, sorprendente y con gran acierto el utilizar una escena de lucha entre los dos conquistadores de doña Inés que permite demostrar que también el teatro español es capaz de crear esas luchas apasionantes y con un gran trabajo de coreografía e intensidad.

Si buscan ese “Caballero de Olmedo” que les haga olvidar lo que ya conocían y además respetando el texto y la intención de Lope de Vega, que de eso se trata y así se deben respetar los clásicos sin caer en el humor burdo o en el completo uso de la abstracción donde no se entiende absolutamente nada, sin duda deben ver esta obra y volverán a enamorarse y vibrar con este gran clásico.
 

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