martes, febrero 11, 2014

Crítica "Grease,el musical"

LA FUNCIÓN MÁS ESPECIAL EN EL INSTITUTO RYDELL 

El Teatro Cervantes de Málaga acogió, dentro de su 31 Festival, las últimas funciones de la gira de “Grease, el musical”. Todos los pases se llenaron y nosotros tuvimos la oportunidad de estar en el último de ellos donde todo el elenco no pudo reprimir las lágrimas de bailar finalmente los conocidos temas de la película.

Sin duda, pude acudir a la función más emocionante. Pero no sólo en el escenario. Mientras esperaba fuera del Teatro Cervantes a entrar a disfrutar del musical, al otro lado de la plaza que se encontraba enfrente de mí, vi a un padre tapándole los ojos a su hija mientras la guiaba hasta muy cerca de donde yo me encontraba y la situó justo delante del cartel promocional de “Grease” colocado en la fachada. La madre, mientras tanto, preparaba nerviosa su móvil para que pudiera grabar el momento en que su hija descubriría que, aunque todas las entradas estaban vendidas todos los días, ella iba a poder disfrutar de su musical. Consiguió poner ese video en marcha y el padre le destapó los ojos a su hija, cuyos ojos se iluminaron de emoción y posteriormente de llanto de alegría por poder ver a sus ídolos del Instituto Rydell en el escenario.

Estas son las premisas para disfrutar de un musical y se cumplieron los pronósticos para satisfacer a esta pequeña y a todas las almas soñadoras que hemos bailado, cantado y conocemos los vestuarios y los escenarios de esta película que formó parte de nuestras vidas. Los requisitos estuvieron a la altura, los trajes iguales a los de la película y las escenas, aunque cambiadas de orden lo cual perturbó un poco a los seguidores, estaban representadas de la manera que las recordábamos, incluso en los pequeños detalles que al final son los que más te fijas. 


Sabiendo que era la última vez que iban a representar “Grease”, se denotaba en las voces mucha emoción y sentimiento, sobre todo en las actrices femeninas que para mí son el gran acierto de este musical. Esas Pink Ladies en las que todas nos hemos querido convertir y que encabezadas por las voces sorprendentes de Marta Arteta y Eva Manjón se convierten en el mejor atractivo de este musical. Los chicos, quizás el problema es que muchas de las mujeres que vimos esta película los visualizamos más canallas y los interpretaron con una ternura a la que le faltaba un poco de picardía, una actitud más de malote y un físico más contundente (excepto uno de los bailarines más destacados en altura y corpulencia que me dejó boquiabierta por su elasticidad de movimientos).

El ritmo imprimido para las escenas y las voces estaban perfectamente compactadas para formar una fiesta continua que animara a todos los espectadores que fueron a disfrutar del musical, y si a esto le añadimos unos bailes completamente dinámicos donde ocurría de todo en primer y en segundo plano, se formaba un conjunto que contenía todos los ingredientes que precisaba. Se cantaba, se aplaudía, se sorprendía con los cambios de vestuario y las apariciones de los actores entre el público y todo el mundo acababa con una sonrisa en los labios por ver esa escena que esperaba representada de una manera muy fidedigna y con los actores poniendo toda la carne en el asador para transmitir su buena energía.

Algo que aún me cuesta es esa adaptación de esos temas emblemáticos en castellano, no los reconozco y algunas rimas están cogidas con pinzas traducidas muy exactamente del inglés y sonaban bastante raras, aunque otras sí que conjugaban con el espíritu de la película. Pero esas canciones originales en inglés son difíciles de superar. 

 
Al final, el colofón fue ver a todo el Teatro Cervantes de pié bailando y observando cómo los actores agradecían a la banda y a la coreógrafa, Coco Comín, que se encontraba entre el público y la subieron siendo un día tan señalado como es la despedida de un musical por el que ha trabajado tantísimo y ha estado girando durante más de dos años, y abrazándose por formar parte de esta aventura que estoy convencida que nunca olvidarán. Ver este tipo de regalos teatrales es un desahogo para pensar solamente en ser feliz y salir del teatro con las energías renovadas. Para que luego digan que los lunes son el peor día de la semana.

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