Iba solamente con la idea que estaba gustando a mucha gente y que había mucha música. El trailer tenía un encanto que me llamaba la atención y decidí ir a verla con amigas que, como ocurre en esta maravillosa historia, se resisten a no bailar en muchas ocasiones. Y tal y como me pasó el año anterior con Una cuestión de tiempo, que me reconcilió y me ilusionó con el género de la película romántica, ésta a falta todavía de muchos meses, se va a convertir, sin duda, en mi película del año. He salido feliz, con ganas de seguir creyendo en lo que hago y, a pesar, que la ficción coloca alicientes y situaciones que la vida real no los contiene, si que te transmite la idea de ¿por qué no arriesgarse?, ¿por qué no voy a tener esa suerte de encontrarme con ese ángel (que no tiene porque tener la pinta de Mark Ruffallo pero sí su carisma, please) que me descubra y me ayude a ese paso definitivo en mi carrera? y en definitiva, darte ese positivismo que te invita a soñar y a salir contentísima, con un subidón cinematográfico que echaba de menos desde mi pelirrojo británico que se metía en su armario para ir atrás en el tiempo hasta el momento que deseaba.
La pareja protagonista no se va a llevar ningún Oscar pero en mi corazón se los lleva de calle. Sin necesidad de enamoramientos alguno entre ellos, sólo unirse por grabar el disco que ella desea con sus canciones, transmiten mucho más que parejas colocadas para quererse en una historia de amor. Los momentos entre ellos son memorables, todos los que comparten durante todo ese tránsito con esa ilusión y ese esfuerzo para que los temas sonaran con ese sonido ambiente y esos arreglos que las letras necesitan. He adorado a estos protagonistas desde que la conoce en ese garito neoyorquino, que he podido reconocer por alguno que quedaba en Málaga donde me gustaba escuchar a gente nueva, y ya imagina con los instrumentos que hay sin utilizar cómo produciría el trabajo de ella, hasta que cometen la mayor de las locuras bailando por todo Nueva York escuchando las canciones que tienen en sus reproductores de música. Da gusto verles y ser partícipe de esos momentos.
Mi recomendación es que dejéis aparte lo que se nota que en nuestra vida cotidiana sería imposible pero que en la película logran con facilidad, aunque ha habido momentos como esos discos que él como productor tiene que escuchar a ver si encuentra un talento y suenan todos igual, donde me he visto reflejada como cuando hacía esa labor en la radio para preparar previamente las entrevistas a los artistas que venían. Y se me ha caído la baba con los estudios, los micros, los altavoces y cómo el entusiasmo lograba que ella tuviera la banda que le hacía falta, pero lo demás es suerte y ficción. Ya lo sabemos, olvídemoslo y a disfrutar de la música de Begin Again
Y ahí está lo fundamental. La música. Vaya banda sonora. Qué letras tan sinceras que te llegan al alma y qué bien las interpretan. Sin saberlo, me he encontrado como novio de la protagonista a mi Maroon 5, un tío que reconozco que seguiría en plan fanático si regresara a mi etapa de niñata, y aunque en esta relación no es el mejor de la película, escucharle cantar esos temas ha sido una sorpresa y una alegría personal. Creo que es un artista que ha adquirido su propia manera de interpretar a pesar de hacer un pop comercial, pero su voz es única y me ha llegado desde que conocí su música.
Y eso también lo consigue Keira Knightley. Mark Ruffalo es un amor. Pero debo quitarme el sombrero ante ella y su presencia y su ropa que me encanta. En definitiva, ante el toque musical que le ha dado a su personaje. He viajado con ella en todas las escenas, metiéndome enseguida en su cabeza y en sus miedos y cómo si fuera mi amiga, dándole palmaditas para que siga confiando en sus canciones. Y su voz es cálida y preciosa. Voy a borrar todo lo que he visto anteriormente y lo que vaya a ver posteriormente y me quedaré con su Gretta. Y esas estrellas solitarias y esa primera canción sacada de lo más profundo con la que encadila a este productor. Y ese momentazo de sinceridad con las discográficas de cómo le roban su trabajo. Qué grande.
Evidentemente tenían todos los ingredientes fáciles para que Begin Again me haya gustado poniendo a Stevie Wonder, que eso ya me gana de por sí, pero es que encima el conjunto me hacía falta y da gusto que en la gran pantalla se pueda seguir amando la música y disfrutarla de esta manera. Me he sentido feliz y se me ha hecho cortísima. No deseaba que se acabara nunca. Quería bailar con ellos por todas las calles de Nueva York sin importarme quién esté alrededor. Sólo escuchando música y moviendome a ese ritmo. Es como digo mi película del año y ojalá begin again y begin again y begin again. La vería una y mil veces.
Y en esta ocasión es fácil dejaros una pincelada de su banda sonora:
Mi nota es evidentemente de 10 Arcones.
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