jueves, abril 26, 2007

Una letra desafinada


A falta de escasos días para mi retorno malagueño en el próximo puente. Os hablo de una película que forma parte de uno de mis géneros favoritos, la comedia romántica. Si, esas patéticas películas para la mayoría, en la que todo lo que sucede es imposible que pase en la vida real, que tiene siempre el mismo sistema de nos conocemos, nos enamoramos, nos peleamos y al final nos volvemos a juntar para siempre, y en la que salen los típicos personajes secundarios con las mismas frases ingeniosas que se convierten en lo mejor de estas películas.
Pues a mi me gustan, sobretodo me encanta imaginarme que formo parte de cada una de esas historias y si en una película no tardas ni medio segundo en involucrarte con lo que está pasando, será que algo funciona bien. Y a mi me pasa.
Asi que después de un día fantástico de Sant Jordi, decidimos poner la nota final yendo a ver esta película y me cercioré de que hay que ir al cine en días como este, porque casi nadie va y ves la película muy tranquilita.
Una de mis motivaciones, además de que me gusta este género, es que me picaba la curiosidad ver como pegaban dos actores que me gustan bastante como son Hugh Grant y Drew Barrymore, a los que sigo mucho en cada una de sus actuaciones.
Pues tengo que decir que la película me decepcionó bastante, teniendo incluso todos esos detalles que son indispensables en una comedia de estas características, hay un problema con la combinación de los dos personajes protagonistas, que a mi juicio no encajan mucho. Sobretodo me pasó con el de Drew Barrymore, que es una chica que al principio parece hipocondríaca, luego se vuelve apacible y tranquila, luego vuelve a ponerse nerviosa. Es decir, no me ofreció mucha credibilidad con su personaje y además no tenía sintonía con el de Hugh Grant. Si que hay que admitir que Hugh Grant es un genio en este tipo de géneros y que le sabe dar una interpretación muy adecuada a una ex-extrella de los años 80, venida a menos, y sobretodo me encantó la poca vergüenza a la hora de hacer el payaso en la mayoría de las escenas y su personaje si que se hacía entrañable.
Creo que el problema ha estado en el desarrollo de la relación de los dos personajes principales porque es bastante rara y parece que va cogida con pinzas, aunque alguna que otra risa si que se te escapa, sobretodo con las chalauras de Hugh Grant y los personajes secundarios, que como siempre ponen la guinda divertida a este tipo de films. La poca verguenza que os comentaba, ha llegado hasta el extremo, de que sea el propio Hugh Grant el que interpreta las canciones que aparecen en la película y debo reconocer que tampoco lo hace tan mal y que incluso superaría a los artistas del karaoke, porque sorprende la voz que tiene.
Esperemos que la próxima comedia romántica me devuelva el entusiasmo que me gusta de este tipo de películas.

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