Ya me di cuenta en el Festival de Cine con esas entrevistas grupales donde se carecía de trabajo y de improvisación para solventar una entrevista, cosa que se aprende equivocándose, leyendo mucho y preparando muy bien cada una de ellas, que hay, ya no digo nuevas generaciones, si no personas que no se preocupan de ir más allá de lo que le den hecho, de tener curiosidad, buscar datos y solventarse los problemas que suceden con serenidad, picardía y un poco de cara. Y ayer me volví a cerciorar de este hecho.
Estamos preparando las personas que hicimos el taller de radio en el Museo Thyssen, un proyecto para la Noche en Blanco el próximo 10 de mayo, la actividad consistirá en volver unos minutos a nuestra infancia y denunciar el tipo de estrés en el que vivimos en la actualidad con las nuevas tecnologías. En esa fase de tormenta de ideas, a una de estas, para mí, insensatas que participan, no se le ocurre decir que lo bueno de recuperar lo de antes es volver a clases que nos serían útiles para la actualidad y pone el ejemplo de coser. Se me erizan los pelos y le digo que ante cualquier problema que se te presenta en la vida, a mi me educaron para poder solucionarlo a mi manera, buscando las herramientas que me hagan falta y no con la necesidad que haya una asignatura en el colegio sobre coser o economía del hogar. Se puede recurrir a los libros o buscar a la persona que te pueda informar sobre ellos, pero tienes que tener esa soltura y voluntad de buscar esa respuesta. Y ella se ponía en esa posición que odio, de tomarte como una extremista porque defiendes tus argumentos con coherencia y con mucha energía y contundencia, como si la estuviera atacando.
Pero ya cada uno, al cabo del tiempo, se define a sí mismo y tras pasar de esta discusión a intentar meternos en la piel de lo que cada uno leíamos y tal, yo conté mi experiencia con un libro que para mí fue esencial para disfrutar de la literatura, Sin noticias de Gurb. Esa historia irónica de una Barcelona convulsionada con las Olimpiadas del 92 y cómo un extraterrestre llega en ese momento y se contagia de esa locura fantástica que te hace disfrutar en todas sus páginas. Cuando lo expreso, al momento ella salta "no entendí nada de ese humor de mierda de Gurb y qué hacía allí". Y entonces, más que matarla, que fue mi primer instinto, entendí y me alegré de las distintas posiciones que nos encontrábamos y de la educación tan buena que he recibido por saber apreciar una obra tan maravillosa y no denigrar de esa forma, las que no entiendo. Entonces, con mucha suavidad, como nunca me sale, le digo "más te vale que hubieras tenido más clases sobre lectura que sobre coser". E intentó, de nuevo, dejarme como la mala de la película, pero yo me quedé tan pancha y feliz por haberle manifestado lo que sentía.
Y ya de remate, ella que es estudiante de mi carrera, Comunicación Audiovisual, remata diciendo que aunque su madre escucha la radio por las mañanas, ella no lo hace, ahí ya me lo dice prácticamente todo, pero además quiere trabajar en Sálvame porque es el único sitio donde podría enrollarse para hablar de temas que no le interesan a nadie. Así que, sí que pude sentirme más orgullosa por saber apreciar y tener la inteligencia para entender Sin noticias de Gurb que ser la moderna borrega que quiere aprender a coser.
Y aunque me sienta feliz por estar en otro planeta diferente, que pena que ella tenga que convivir en el mío.
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