viernes, abril 11, 2014

Entrevista Ignacio Elguero - "Leif Garret en la habitación de mi hermana"

 ¿QUÉ HUBIERA SIDO DE MI VIDA SI...?

Esta es la gran cuestión de la protagonista de “Leif Garret en el dormitorio de mi hermana”. Teresa encuentra el póster de este artista cuando vuelve a la habitación de su infancia y le sirve al autor, el locutor, periodista y escritor Ignacio Elguero, para hacer ver que las pequeñas decisiones que tomamos en nuestra vida hace que ésta se desarrolle por caminos diferentes. Cámbiele a Leif Garret por David Cassidy o Mike Kennedy, entre tantos ídolos de esa época, y podrán encontrar su propia historia o el de algún familiar cercano


P: Antes habías escrito libros como Los niños de los Chiripitiflaúticos o Los padres de Chencho pero éste es tu primer salto hacia la novela de ficción. ¿Cómo lo has afrontado?

Ignacio Elguero: Era un reto el paso a la novela. Yo le tengo mucho respeto a los géneros, he probado la crónica periodística, el ensayo periodístico y la poesía que es mi mundo pero lo que he hecho ha sido coger alguna de las claves de la narrativa para profundizar con dos vías, la creación de una serie de personajes desde un punto de vista sociológico, psicológico, muy identificables por parte de la gente y después jugar con una estructura de narrativa de flashbacks continuos entre el presente y el pasado, con situaciones parecidas del presente y del pasado y que la música también me sirviera de enlace entre unas y otras. Era una estructura compleja, que tenía sus riesgos, pero creo que no me he equivocado del todo.


Ignacio Elguero durante la presentación en Fnac Málaga

P: Los escritores introducen muchas veces aspectos autobiográficos. En este libro, creo que no es el caso.

Ignacio Elguero: La novela efectivamente no es autobiográfica. Porque además me pongo en la piel de una mujer, con lo cual hubiera fracasado si es autobiográfica. Pongo a una protagonista con sus amigas y después las madres, los novios van en el equipaje pero no son protagonistas como tales. Trato de ponerme en la piel de las emociones de una mujer. Era un reto y complicado pero ya creo que, con la experiencia de la observación que te van dando los años y cierta sensibilidad más lírica, me ha conducido que se produzca un sentimiento de identificación de las mujeres con la protagonista. No era fácil pero sí me lo han dicho, en bastantes ocasiones, que el proceso de empatía con la mujer se produce. No hay autobiografía más que la común de todos los que vivimos un determinado tiempo, escuchamos determinadas canciones, vimos determinadas películas y compartimos un mundo que, en parte, ya no existe. El mundo de los cines de barrio, de los vinilos, de ciertas situaciones de discusión con los padres u objetos que lógicamente han pasado a mejor vida.

P: El mensaje que quiere dar Teresa, la protagonista, es que aunque esté bien recordar esos tiempos, ¿hay que seguir viviendo el presente?

Ignacio Elguero: En un momento determinado, ella piensa que puede incorporar a su vida su pasado, recuperarlo, pero el desarrollo de la novela acaba diciendo que no. El pasado es bello y hermoso, celebratorio incluso, pero que ya no se puede reconstruir ni habitar. Porque lógicamente es intangible. Por lo tanto, más vale tenerlo como mera evocación y no como un edificio al que puedas volver a subirte porque por dentro está vacío. Se lleva varios chascos en el reencuentro a través de las redes sociales con los personajes de su pasado.

P: Entre los lectores que tiene este libro, están tus propios oyentes. (Presenta el programa La estación azul en RNE). ¿Están siendo los más críticos con la obra?

Ignacio Elguero: No. Las críticas que me van llegando son de mujeres y con un proceso de identificación con la protagonista que te llenan de satisfacción.

P: Si pudiéramos remarcar algo meramente autobiográfico sería la presencia de la radio

Ignacio Elguero: Hay que tener en cuenta que fue la época del boom de los radiocasetes y las dobles pletinas. Nuestro mundo empieza con el tocadiscos familiar y, después, el siguiente paso era tener el tocadiscos propio o una cadena o un equipo Hi-Fi. El radiocasete nos daba esa independencia para encerrarnos ya en nuestro cuarto. Ella escucha un programa de radio donde es una especie de vudú en una época que se pusieron de moda todos los fenómenos de ufología y paranormales. En el libro hay una especie de gurú que tiene una secta que se llaman Los presentistas y que ella se lo llega hasta a creer porque los adolescentes se quedaban atrapados con ese tipo de cosas. Estaba de moda la revista Más allá, los programas de televisión de Jiménez del Oso y había muchos programas de ese tipo. Ya no han vuelto a aparecer ovnis, eso ha pasado de moda pero en aquella época, si.

P: Leyendo Leif Garret en el dormitorio de mi hermana me han dado ganas de revisionar las películas que mencionas y sería difícil pero esta historia se merecería una edición con banda sonora de las canciones que aparecen

Ignacio Elguero: Todas las canciones por cuestión de derechos de autor no creo que sea barato. Pero es cierto que es toda una banda sonora. Yo, a lo mejor, pongo una serie de canciones que no te gustaban pero las has escuchado porque las oía un primo tuyo, un hermano o una novia. Desde luego sonaban en la televisión, en el canal y medio que teníamos en aquellos años, y en pocas emisoras de radiofórmula, porque había pocas entonces. El número 1 era el número 1 para todos, ahora la diversificación del soporte hace que cada uno elija el tipo de música, las seleccione o se descargue lo que quiera. Por desgracia, el mundo del soporte musical está desapareciendo. Desapareció el vinilo que se lo cargó el CD y ahora el CD se lo ha cargado Internet. Si sonaba Umberto Tozzi, o Gloria, era eso lo que sonaba a todas horas y en todos lados. Ahora no, ahora se ha multiplicado muchísimo. Cada hijo escucha en su habitación lo que quiere y antes no, sonaba Aplauso y lo que salía ahí, era lo que sonaba. 



P: Ese es un aspecto que podríamos recuperar de antes, teníamos pocas opciones pero convivían todas, ahora parece que aunque tengamos posibilidad de escuchar más variedad, si no entras en el juego, estás fuera de lo que se lleva

Ignacio Elguero: Porque nos lo impone el mercado. El mercado antes era muy lento. Llegó la televisión en color cuando nos tiramos muchos años con la televisión en blanco y negro, luego nos tiramos tiempo con la televisión en color hasta que llegó la Trinitron que era como lo más, pero de repente empezó a ir todo muy deprisa, hasta se juntaron distintos formatos de video sustituyendo al VHS, después vino el láser hasta que se quedó en el formato del DVD. En el fondo, era una manera de ir tanteando qué sistema era mejor pero no de calidad si no económicamente más rentable para los fabricantes. Somos carne para los fabricantes. Cada año cambian todo, un ordenador de hace unos años ya no te vale porque ha quedado obsoleto. Con la televisión digital tienes que ponerte un aparatito y si no, te tienes que comprar una nueva. Ha sido todo una locura.

P: El mismo hecho de, en la era actual, publicar un libro en su formato original también es una locura

Ignacio Elguero: El mundo del libro empieza a sentirse dañado por la piratería. Con el libro electrónico, yo me pregunto ¿por qué parece que el futuro tiene que ser la pantalla?. Como si nos hubiéramos quedado fuera del sistema de juego y quedáramos anticuados. Nada más que porque lo impone el mercado. A un tipo de mercado, a otro evidentemente no.

P: A veces, te sientes como tu protagonista, Teresa, descontextualizada del mundo

Ignacio Elguero: Siempre tenemos la tentación de querer tener la habitación parada. Como aparece en el libro. Esa habitación en la que están los Lps, nuestros libros de entonces, el Beta o el VHS, las cintas donde les dabas a un botón y salían, no tenías que darle a 16 botones o no se iba la pantalla hacia un lado u otro. Antes era todo más sencillo. Precisamente la tecnología que tenía que ayudarnos a simplificar, yo creo que, en parte, nos ha complicado la vida. Aunque nos ha dado herramientas, hay que saber usarlas y eso requiere tiempo y aún así, son complejas y varían cada año.

P: Aunque te refieras a esa época concreta del baby boom de los años 70, cualquier generación va a poder disfrutar de esta historia

Ignacio Elguero: He tratado de jugar con las emociones. Es decir, con el despertar sexual, con la amistad, con el amor, con la deslealtad o el envejecimiento de los padres, que primero se ve en los abuelos y después en los padres. Juego con esas emociones para llegar a todo el mundo.

P: ¿Costó encontrar el contexto para ambientar la novela?

Ignacio Elguero: Como miembro de esa generación, elijo un periodo que es el que me tocó vivir que es muy especial. Nosotros somos los niños y los adolescentes de la transición, somos los niños del cambio y nosotros vimos aquello como una España empapelada de carteles. La política era de los mayores. Cuando ya somos más mayorcitos, está todo políticamente hecho, lo han hecho otros y entonces, somos una generación más de iconos que de banderas. Somos una generación lúdica. Y aún así, somos una generación muy especial, muy marcada culturalmente intensa, nos llegó todo nuevo de fuera y también aprendimos a base de experiencia. Sufrimos el tema de las drogas y fuimos conejillo de indias de todo aquello también. Y nos tocó toda la crisis económica de finales de los 80, la crisis del petróleo o la reconversión industrial que le afectó a los padres de los chicos de esa generación. Al fin y al cabo, es la generación como masa de trabajadores que le toca levantar el país en los últimos 20/30 años. Somos la gente que tiene cuarenta y tantos o cincuenta y tantos que le tocó tirar para adelantes desde los veinte.

P: ¿Cuál crees que será la habitación de la generación actual?

Ignacio Elguero: Tendrá una enorme pantalla. Nada más. Yo creo que ya la habitación de los críos de ahora es una pantalla. Es decir, interactuan con ello. Les gusta jugar con los libros pero si les damos una pantalla, empiezan a pasar con el dedo porque son muy llamativas. Yo no cambio mi infancia por las suyas. Lo tengo absolutamente claro. Esa infancia de juegos infantiles por la calle, de objetos e incluso de austeridad. Las cosas las cuidabas porque había que compartirlas. Es un mundo de olores, de sensaciones y donde un regalo era un mundo. Ahora hay muchos sitios donde puedes encontrar las cosas tiradas de precio. Hay un mundo que se ha acabado, que nos tocó vivir a nosotros, que posiblemente se acabó con nosotros y que nosotros habíamos heredado de los hermanos mayores. Nosotros somos la última generación de muchas cosas y la primera de otras. Somos generación de inflexión en muchas cosas, con nosotros acabaron y empezaron otras.

Entre esas cosas que se recuerdan de esa generación, destaca Ignacio Elguero en la presentación posterior a la entrevista el que “la ropa ya no huele a nueva”, refiriéndose a ese momento cuando te compraban ropa a estrenar y que había que cuidar para que no se estropeara porque no te comprarían enseguida más. Les animo a los lectores a que aviven estos recuerdos gracias a la experiencia de Teresa, la protagonista de esta historia, que evoca esos años de juventud que olvidó al encontrar ese poster de Leif Garret. En cada una de sus historias, será alguien diferente, pero tendrán esa misma sensación y qué especial es cuando un libro consigue hacerte recordar de esa forma.

No hay comentarios: