jueves, abril 10, 2014

La mala de la película

Llega un momento cuando tu cuerpo reconoce la veteranía que rige tu DNI, que acabas confirmando diferentes actitudes que tienes que asumir a partir de ahora y que ni te planteabas cuando eras una tierna infante que sólo se preocupaba de jugar y de caerle bien a todo el mundo.

Yo era así. Muy sociable y guapa, no, la simpática. Me gustaba y agradecía personalmente caerle bien a todo el mundo. Y luego tenía otro defecto, que aún no logro corregir. Cuando conecto con alguien, me desvivo, es como si conociera a esa persona de toda la vida y me entrego por completo, como tirándome una piscina esperando que tenga agua.

A raíz de acontecimientos presentes y vivencias que te van ocurriendo en este tiempo, que inevitablemente cada vez es más largo, estoy convenciéndome cada vez más que las personas, que no necesariamente tiene que ser familia que para mí va a un estado aparte de tu ser, que valen la pena las cuentas con los dedos de las dos manos, no digo una que es frase demasiado hecha y poco verdad. Por ellos, si que me entrego, me han demostrado estar a mi lado en mis peores momentos y me dejan estar en los suyos, aspecto para mí de lo más importante a la hora de valorarles. En los buenos siempre, las cervecitas nunca faltarán.

Cuando me dejaba llevar y era la bienqueda, la protagonista buena de la película, este tipo de personas tóxicas (siempre agradeceré a mi amigo Jose, el que me enseñara ese artículo de El País que hablaba sobre ellas) me han aconsejado, a su parecer, que nunca expresara mis sentimientos, vaya a ser que enfades a alguien, o lo peor, vaya a ser que te cierres puertas en tu carrera. Y yo, estúpida, me lo creí. Me quitaba estados donde manifestaba mi ideología religiosa, que no la tengo. No opinaba sobre trabajos de otras personas porque les ocasionara malestar. Y todo, ¿para qué?. Para que siguiera sin oportunidades y para que, ahora, me doy cuenta que si no aceptan esas opiniones o les molestan para darme trabajo, ni son las personas con las que me quiero rodear ni van a valorarme cómo debo ni voy a estar a gusto haciendo lo que más me gusta y sobre todo, no es mi puerta donde deba desarrollar mi carrera. 

Si. Voy a ser la mala de la película. Esa, que cuando expresa lo que siente de la manera que sabe, visceral, con mucha entrega y pasión, alzando la voz porque me manifiesto así, no porque sea agresiva, y que cuando lo haces, el bienqueda de turno te cataloga echando abajo tu argumento porque atacas, porque lo dices demasiado vehemente, porque no hablo contigo si me chillas, porque eres demasiado pasional y dices lo primero que se te pasa por la cabeza, cosa que no es verdad, porque te describes a tí misma siendo así. Prefiero ser esa mala de la película y sentirme bien conmigo misma. No engañarme más. 

Uno de los bienqueda más profesionales que conozco me dijo una vez, que le molestaba que una concejala de cultura en su wattsap pusiera que no creía en Dios. Que eso podía molestar a quienes creyeran. Yo se lo expuse, ¿por qué se tiene que callar? ¿A quién ofende diciendo que es atea? No estaba poniendo a ninguna religión a parir ni cuestionaba lo que nadie creyera. Simplemente expresaba lo que es. Este bienqueda cortó la conversación e intentó cambiar de tema para no discutir. Ahí me tenía que haber dado cuenta que no me tenía que haber dejado influenciar más por esta persona.

Me voy a entregar con los míos, porque es mi personalidad y no puedo ni quiero cambiarla, porque sé, además, que cuando me quieran criticar lo hacen con cariño y porque me quieren. No van a ser pesados. No van a ningunearme. Y sobre todo, van a ser agradecidos en cada cosa que disfrutemos. Y voy a seguir opinando, voy a seguir criticando y los que quieran estar conmigo para las cervecitas me lo demuestran y es lo que me vale, para seguir siendo una disfrutona de la vida.

La mala de la película se llama Natalia y su misión será eliminar a todas las personas tóxicas de su vida. Los buenos que sigan viviendo su utopía inexpugnable y se la crean. Viviran felices a base de fingimientos y teniendo que actuar en esa película para siempre. Que cansancio.

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