La
semana pasada tuve la ocasión de disfrutar de mi añorada y querida
Nueva York de dos formas muy diferentes.
Por
un lado, con la película “Nueva vida en Nueva York” donde se
disfruta con la estancia de un francés que debe viajar a la ciudad
soñada porque su ex-mujer se ha llevado a sus hijos a vivir allí
con ella y con su nueva pareja.
Romain
Duris es un acierto clave para que esta película funcione. Conocemos
la historia a través de su mirada y sus movimientos y la traslada de
una manera graciosísima y a la vez desconcertante. Mientras busca su
nuevo piso en el Barrio Chino gracias a la novia de su mejor amiga,
le vemos cómo contempla esa gran manzana que, para el que la visita
por primera vez, siente lo mismo, que es interminable y que tiene
muchos recovecos, pero poco a poco la va haciendo suya. Tiene que
partir desde cero intentando escribir su nuevo libro en ese
apartamento que empieza con un colchón y al que se le van sumando
más muebles extravagantes para que sus hijos puedan quedarse con él,
las noches acordadas. Todo ello lo logra y además muy creíble.
La
historia no es nada original del otro mundo pero no cesa en
situaciones extremas y divertidas ayudada por esa secundaria
carismática y estupenda que es Cécile de France, con los diálogos
y situaciones más que desternillantes y que hace que esta película
sea un gustazo cómico constante. Tanto su exmujer como Audrey
“Amelie” Tatou complemetan ese círculo de mujeres aunque sin
tener ese nivel de risa como la amiga lesbiana pero sí dando pie a
que esas escenas sean cada vez más embarazosas.
Un
riesgo que queda bastante aceptable es la utilización de recursos
visuales como semejanza de un videoclip, de instantes fragmentados
que se unen por líneas de colores que le dan un aire muy apropiado
al sentido y a un montaje más original de la película.
Una
locura de película, agradable, sin pretensiones y con momentazos que
hace que merezca mucho la pena
Nota:
6 Arcones
Y
de Nueva York también han sido y formado parte de mi vida seriéfila,
los cinco protagonistas de “Como conocí a vuestra madre”. Nueve
años, número favorito de servidora incluido, que a pesar de tener
temporadas más o menos punteras, me ha cautivado por su locura
constante. La de las historias y la de los personajes.
Como
comedia, cada uno de los capítulos siempre ha logrado esbozarme una
sonrisa y teniendo una oferta cada vez mayor, en cuanto a series se
refiere, para mí ha sido importante la manera que ha tenido de
llegarme de diferentes maneras.
Sea
sucesora o no de “Friends” que sabéis que no soy amiga de las
etiquetas, lo cierto es que en mi opinión consigue una entidad
propia, una filosofía fundamentada en las características extremas
de sus personajes y en ir hilando una construcción en forma de
querer saber quién era la madre.
En
mi vida real, tengo Robin Scherbatsky, Barney Stinson, Ted Mosby y
como no, soy Lilly Aldrin y Carlos es Marshall Eriksen. Y no es que
exagere, lo somos. Ha habido escenas que las hemos vivido en casa y
lo peor, ha habido momentos que hemos representado antes de que se
viera en pantalla, lo que ellos iban a hacer. Muchas veces, daba
hasta verdadero pánico. Como si nos espiaran en nuestra vida
cotidiana.
Aparte
de esto, siempre hay capítulos que recuerdas, piñas, calabazas
putillas, gemelos, la curva de lo locura y el placer, la búsqueda de
Victoria, los plantones en el altar pero siempre ese paraguas
amarillo. Ese recordatorio del propósito de esta serie que,
reincido, me cautivo desde los primeros diálogos cerveceros en el
McClarens. He tenido sorpresas, cosas que anticipaba pero que me daba
igual y muchos actores sorpresa que siempre se agradece porque
ofrecen una faceta menos conocida y muy interesante.
Les
voy a echar de menos. Sobretodo a mi Mosby. Ese niño que iba
creciendo tierno y que me ponía tontita cada vez que le hacían daño
y yo me moría por darle un abrazo, que me enseñara los edificios
que más le gustaran de Nueva York y que me robara la trompa azul.
Sigue dirigiendo proyectos increíbles y recomiendo que le sigáis en
twitter (@JoshRadnor) porque pone temas musicales más que
increíbles.
Los
demás no creo que sufran la fiebre “Friends” y cada uno retomará
su camino de diversas formas, cinematográfica para todos, excepto
Neil Patrick Harris que está despuntando con la versión teatral de
“Hedwig and the angry inch”. Pero seguirán siendo mis personajes
locos y entrañables que me encantaba conocer y que me hacían una
más que agradable compañía.
Todo
lo que hicisteis para decirnos cómo conocisteis a vuestra madre fue
legendario. Gracias.
Y
sobre el final... pasopalabra
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