A
mí
me encantaría no tener que ocuparme de las cosas que no tienen que
ver con lo artístico porque si yo puedo dedicar menos tiempo a
crear, ensayar o preparar un directo, eso repercute en lo que tu
muestras.
Desde
el mes de febrero al acabar su último concierto en Málaga no he
tenido la oportunidad de hablar con David Moya. Presentaba su último
disco “Las horas invisibles” y me hablaba en esa entrevista de
cómo había sido el proceso de creación y cómo con la ayuda de
Diego Cantero junto a canciones que propiciaron esa ilusión, se hizo
realidad en un trabajo muy personal y adecuado para mentes que se
deleitan con buenas letras, sentimientos a flor de piel y realidades
cercanas. En este mes de mayo, nos reencontramos de una manera
calmada charlando al lado del mar con la brisa malagueña que mejora
cualquier ambiente y me hace un balance, además de profundizar en
cada una de las canciones del disco.
P:
Haznos
un balance de cómo ha ido el disco en estos meses
David
Moya: Sigue
sembrando. Estamos en la época de ir sembrando para que pasen cosas
pero, de momento, es en Madrid donde más estoy haciendo. Por
ejemplo,hice una presentación fuerte con banda en Galileo Galilei
que no lo había hecho hasta ahora en Madrid. Estuvo muy bien y vino
bastante gente. Ahí sigo, compatibilizando esto con ideas nuevas de
algún otro proyecto y yo creo que a este disco le queda bastante
recorrido, hicimos un videoclip que va funcionando despacio, me queda
el salto de intentar colarlo en alguna tele a ver que pasa, a ver si
consigo algún contacto para hacerlo aunque siempre he sido
independiente pero no vamos a renunciar a ello de entrada.
P:
Ha
pasado lo que más o menos tenías pronosticado con el disco
David
Moya: Uno
siempre se hace muchas ilusiones y que va a cambiar definitivamente
tu camino pero bueno a la vista está que, hoy en día, las
trayectorias son largas y se trata de ir despacito y que al final
pasan cosas. Lo que pasa que a nosotros nos puede la presión y la
ansiedad porque queremos vivir de esto porque es nuestro oficio,
entonces le dedicamos mucho tiempo, mucho esfuerzo y mucho corazón y
quieres que salga y lo que te dé de comer igual que cualquier otro
trabajo. Pero la realidad, en este país por lo menos, es otra.
P:
Nos
metemos en el disco. Háblame de ese “Café Siberia”
David
Moya: Es
una canción que cuenta una historia ficticia pero inspirada en un
sentimiento real y que es la que engloba el resto de canciones del
disco. De alguna manera, es un cuento que introduce todos los demás
pasajes. La idea original era un libro-disco, lo que pasa es que no
me vi en el momento personal de poder hacerlo y hacer ese esfuerzo en
sacarlo al final. Pero, de hecho, hay una historia escrita que se
llama “Cafe Siberia”, un relato en el cual se incluyen todas las
demás historias del disco. Es una canción narrativa pero te marca
la línea poética en la que va el resto del disco.
P:
¿Qué
tienen los cafés y los bares para que siempre aparezcan en tus
canciones?
David
Moya: Donde
más he cantado ha sido en los bares. La gente que hace música en
acústico estamos un poco en tierra de nadie en cuanto a la escena
musical. Como no tenemos festivales propios, como los teatros tampoco
nos terminan de dar la cabida y los auditorios son muy grandes, no
hay pequeñas salas adecuadas para esto, al final son los cafés o
incluso los cafés-librerías o nos acabamos metiendo en los bares
que ha sido territorio propio del pop y del rock. Son nuestro hábitat
natural
P:
¿Cómo
aparece Antonio Vega en esa canción “Tras las cortinas”?
David
Moya: Aparece
en esa canción realmente porque la armonía de la canción y por
donde vimos los arreglos en el estudio nos iba llevando ahí. Antonio
Vega ha sido una gran referencia para mí como compositor muy
importante. Quizá hay otras canciones que son más Antonio Vega. Me
lo dijo un periodista en Murcia, la siguiente “Terremoto” con ese
punto oscuro, atormentado y de dolor a veces que tiene. Lo que está
reflejando “Tras las cortinas” si es un paisaje luminoso, está
hablando de Cádiz y de una historia de amor que transcurre allí y
te está pintando un cuadro con muchos colores. Quizá sea un poco al
contrario que lo que pasaba con las canciones de Antonio Vega.
P:
Yo
no veo “Terremoto” más de Antonio Vega por los cambios de ritmo
y la desgarra que desempeñas cantando esa letra
David
Moya: Hay
frases muy duras en esa canción. Este disco tiene algo muy intenso
que es que estoy narrando prácticamente en directo unas vivencias
con una desnudez muy bestia. Creo que eso es algo por lo que se
siente tan vivo y que yo lo que estoy cantando, lo estoy sintiendo en
ese momento. No es una canción que he hecho hace mucho tiempo y
tengo que revivir que sentía, recrearlo y tal, sino que directamente
se está viviendo así y se está expresando
P:
¿Por
qué “Te lo vas a perder” para el videoclip?
David
Moya: Porque
es la que se nos quedó un poco más “para todos los públicos”.
Al final, hay una canción que se te queda más redonda en el disco
en cuanto a la producción, que lo que tú dices y transmites está
dicho de una forma más clara, no más evidente pero sí más clara,
aunque luego siempre hay sitio para la subjetividad y que la gente
saque sus interpretaciones. Pero en este caso, es una canción que yo
lo comprobé porque es una canción que llega muy directamente a la
gente. Creo que es interesante que aunque nosotros seamos autores y
somos gente que hacemos las cosas porque nos salen así y punto, pero
al final si queremos vivir de esto, tenemos que intentar elegir lo
que mostramos a la gente y elegirlo bien
P:
¿Cómo
puedes decir tan dulce en “Patas arriba” esa estrofa de “Las
ganas de hacer pedazos una cama”?
David
Moya: Lo
dices desde la melancolía desde el que la ha perdido ya, pero
todavía no la has terminado de perder. No es del todo doloroso ni
desgarrado.
P:
¿Te
duermes con la radio como dices en “Patas arriba?
David
Moya: Totalmente.
Tengo esa costumbre desde hace muchísimos años. Me relaja mucho
escuchar una voz de alguien hablando y además hablando bien, que es
una cosa que hoy en día no se oye demasiado. En la radio queda aún
gente que habla bien. Cosa que en la tele casi no se ve. Y en la
prensa escrita muchas veces tampoco. En la radio queda gente que
utiliza el lenguaje con cariño, cuidado y da mucho gusto. De hecho,
cuando me desvelo como la otra noche, me fui de la cama al sofá y
puse un programa de estos de “Carne Cruda” de Javier Gallego
escuchando el podcast y al final me conseguí dormir
P:
¿En
tu mundo los cantantes no se llenan los bolsillos?
David
Moya: Pues
muy pocos, la verdad. Y si se los llenan, conforme llega el dinero,
se va. Hay una visión bastante errónea de lo que es el mundo
artístico. Es la visión que nos han querido vender, la del
estrellato. Hay muchos obreros de la música, de la poesía, de la
pintura, de la fotografía y lo que sea que están intentando llegar
a fin de mes como todo el mundo. Y haciendo cosas de muchísima
calidad. A mi me encantaría no tener que ocuparme de las cosas que
no tienen que ver con lo artístico porque repercute a que si yo me
puedo dedicar menos tiempo a crear, ensayar o preparar un directo,
eso repercute en lo que tu muestras. Hoy por hoy, si no te lo puede
hacer nadie, te lo tienes que hacer tú y hay que asumirlo como una
parte del trabajo y asumirlo lo mejor que se pueda.
P:
Aquí
hay ahora un punto de inflexión en el disco y viene lo más animoso.
Empezando por “Frágil” hasta “Sacarte a bailar”
David
Moya: Fue
idea de Diego Cantero. Yo, de hecho, había hecho otro orden y él me
lo tiró por tierra pero no encontré argumento para decirle lo
contrario. Es un acierto y tenía razón. Cuando te has metido todo
el hachazo de intensidad de todas las canciones, de repente empiezan
otras cosas que te cascan la atención. Porque si estas todo el rato
con ese tipo de mensajes, llega un momento que pierdes la atención.
P:
Me
contaron en una entrevista reciente el grupo “Los Aslándticos”
que ellos enviaban mensajes no panfletarios en sus canciones pero sí
que sirvieran para que el público reflexionara y reaccionara ante
determinados problemas. Creo que le ocurre lo mismo a tu canción “La
calle es nuestra”
David
Moya: En
alguna entrevista ya me han soltado que con el tiempo ya no tengo una
actitud tan de protesta pero yo lo que creo es que hay que ser
responsable cuando se pone una bandera de algo. Es muy fácil
colgarse banderas y que la gente te siga con un mensaje fácil y
rápido. Si me quejo de algo, yo prefiero concentrarlo en una
canción, poner toda la carne en el asador y hacerlo con los mayores
argumentos posibles.
P:
“Soy
toda tuya si llevas el ritmo” es una de las sentencias de “Sacarte
a bailar”. ¿Esto es verídico?
David
Moya: Vuelve
a pasar lo mismo que con “Café Siberia”. La historia no es que
sea así en un momento concreto pero si que se inventa la historia a
partir de algo real. Es una historia de amor con alguien en el que el
movimiento tiene mucho que ver. El movimiento en general me dice
mucho de una persona. Yo soy de los que lo primero en que se fija es
cómo anda alguien y cómo se mueve, los gestos y tal, aparte de la
voz, por ejemplo. Al final es como una conclusión del disco. El
disco puede ser duro, puede dejar un mensaje de desesperanza pero la
conclusión que está diciendo el que canta es lo que yo quiero es
sacarte a bailar. Lo que quiero es que cuando se acabe la fiesta y
todo el mundo se vaya, que estemos tú y yo solos en la pista de
baile y bailar contigo
P:
Pero
si los chicos no bailan
David
Moya: Eso
serán algunos. Yo si bailo. De hecho, este año he empezado una
nueva experiencia en la danza contemporánea pero ahora por tiempo he
perdido el ritmo. Pero ahí voy y no lo pienso abandonar
P:
Me
da la sensación que tu canción del disco es “Zona Franca”
David
Moya: Es
un punto de inflexión porque es la que hace que yo diga que tengo un
repertorio para un disco. Aunque luego surjan “Te lo vas a perder”,
“Terremoto” y “XXIII”. Con esa canción, fue cuando yo le
dije a Diego Cantero, tenemos disco y como me has propuesto irme a
Madrid, qué te parece si el disco lo trabajamos en casa y luego nos
vamos a un estudio. Es especial porque es también una canción
escrita fuera de España, estando en Copenhague y encierra un mensaje
que le da sentido a otras canciones, te ubica y te sitúa en qué
punto está la persona que está cantando en ese disco. Una persona
que está queriendo que una historia salga adelante y no termina de
conseguirlo y se ve un poco en tierra de nadie muchas veces. Es una
canción en la que, de repente, por fin, hay un mensaje explícito y
directo que es yo también quiero la vida y me canso de esperar
tanto. Ese estado de ánimo, dicho de una forma tan cruda y tan
directa, quizás era algo que yo no había hecho antes.
P:
¿Cómo
lograste hacer una canción tan sentida como XXIII?
David
Moya: No
es más sentida que otras del disco. Pero me gusta haberla dejado en
el último lugar porque deja un sabor de esperanza en el disco porque
la última frase “queda luz, aún puede ser, sólo tú y yo que
estoy tan loco”. Al final después de todas las vueltas que tú le
puedes dar a una historia, es todo más sencillo. La vida me da
razones para pensar que esa esperanza es lógica y coherente.
P:
No
sé si te lo han propuesto antes, pero ¿te gustaría hacer una banda
sonora de algo?
David
Moya: Me
encantaría. Tengo que encontrar la oportunidad. Me lo tienen que
proponer pero sería fantástico.
P:
¿El
disco dónde se puede conseguir?
David
Moya: Pues
yo lo voy vendiendo en los conciertos y si la gente me los pide por
la web (www.davidmoya.net), los puedo mandar. Realmente no tiene
puntos de venta, no he conseguido distribución.
P:
Has
tenido ocasión de tocar en institutos. ¿Tienes la sensación de que
los adolescentes oyen lo que les imponen o tienen criterio musical?
David
Moya: Hay
como dos caras en la historia, por una parte lo que les llega a
través de las radios comerciales, yo creo que ya ni lo escuchan, y
si tu pones la radio y vas pasando por el dial, casi todo lo que te
encuentras es la fórmula que inventó Kiss FM que vas poniendo
música de los últimos 25 años sin parar y sin canciones nuevas,
por otra parte, lo que hay nuevo, hay una cuota muy alta que te viene
de fuera y producto nacional sale muy poco. Lo que hay tiene que ver
con la electrónica y hay un mundo de los Djs que yo no termino de
entenderlo muy bien. No puedo entender que David Guetta se lleve un
pastón por ir a un sitio con un pen drive. Se le rompe el pen drive
y se cancela el concierto porque eso ha pasado. Lo que sí ha
cambiado y eso es una realidad que tenemos que aceptar es que la
forma de escuchar música es diferente. Y ahí es donde yo voy con la
otra cara, hoy en día, se lo digo a los chavales del instituto,
tienen que trabajar la curiosidad y decir, si he escuchado a alguien
y me ha gustado, hoy en día tenéis algo que yo no tenía con 14
años que es que me puedo meter en Internet, buscar a esa persona,
ver un millón de videos tocando en directo y de repente, me salen
artistas relacionados que me puede gustar uno u el otro y eso antes
no existía. Aunque ahora haya menos novedades, quizá en las listas
de ventas o en las radios comerciales, pero es que lo tienes mucho
más fácil para llegar a los sitios. El problema, quizá, es que no
les está llegando una educación, sobretodo por parte de las
familias, en tener curiosidad y en explorar. Hoy en día es muy fácil
encontrar lo que quieras, la oferta es tan amplia y está en todos
lados. El concepto ha cambiado, ha cambiado el concepto de disco como
una obra conceptual, un disco son dos años de tu vida, por poner una
media, y son dos años de tus experiencias que cierran un ciclo y
tienen un sentido. Tiene sentido que eso tenga un sonido que vaya en
una línea, que las letras vayan en una dirección y hoy en día, la
gente escucha canciones sueltas, no hay una línea argumental.
Criticarlo o no, no tiene sentido. Es lo que hay. Nosotros podemos
hacer lo que nos de la gana, la gente puede escuchar lo que nos de la
gana, a mi personalmente me apetece seguir haciendo discos porque me
apetece sentir el concepto de obra.
P:
Vamos
a ponernos en la situación que aparece el conejo de “Alicia en el
país de las maravillas” y le sigues, ¿cómo sería tu país?
David
Moya: En
este país se supone que hace unos años había pasta y, sin embargo,
no crecimos culturalmente. Ahora estamos donde estamos. España
debería crecer como país y como estado para ser una país de las
maravillas a nivel cultural, tiene que elevarse. Que los niños de
hoy en día sean personas con espíritu crítico, con formación y
que no les de todo igual. Que haya un bagaje cultural, que la cultura
sea importante, que la cultura no sea algo que desde el Gobierno como
están haciendo lo tomen como una amenaza y le ponen todos los
impedimentos posibles. Ya sea un 21% de IVA, ya sea negando licencias
para conciertos y lo que sea que te hagan. Un país en el que la
gente entendiera que la cultura es lo que públicamente te hace
libre. Yo no estoy de acuerdo con el concepto “cultura libre”
pero si con el concepto de que la cultura te hace libre. Y para que
la cultura te haga libre, tiene que haber gente que produzca cultura
y para que la gente produzca cultura de calidad, tienen que ser
profesionales. Y necesitas que estén trabajando en unas condiciones
profesionales. Eso, hoy en día, todo lo que se hace va en la línea
contraria. Va hacia una desprofesionalización absoluta del artista y
del productor cultural. Estamos en un vacío, en un lugar donde no
sabes muy bien a qué agarrarte. Tal vez, no puedas sacar adelante
proyectos que en otros lugares serían cosas absolutamente de
vanguardia y aquí en España es sólo sacar un video gracioso que lo
pete en Youtube. O que te salga de repente una canción sencilla que
le llegue a la gente. Pero no se crean las condiciones para ello.
Antes había muchas más iniciativas tanto juveniles como no
juveniles que venían apoyadas por lo público, que no digo
financiada por lo público, yo no quiero que la cultura sea algo que
tenga que hacerse patrimonio exclusivo de la administración pública.
Pero por lo menos, se apoyaba.
P:
¿Y
la creación de una industria verdadera no sería una solución?
David
Moya: Pero
el problema de la industria es que se ha suicidado. Ahí la culpa no
se puede echar a quién pone un 21% de IVA. La industria ha cometido
los mismos excesos que han construido los sinvergüenzas que han
estado construyendo casas en Marbella. O los que han puesto un
sobrecoste a la obra del AVE. Los disparates que se han hecho
inflando los precios de los conciertos y promotoras que han quebrado
pidiendo una pasta que no han podido cobrar. El problema es que esa
gente pilló un momento en que se hacía esto. Quién no pillamos ese
momento de darnos a conocer, ahora trabajamos en las mismas
condiciones más precarias pero como no tenemos ese tirón previo, es
muy difícil que la gente nos haga caso y vengan a vernos pagando la
entrada a un directo que es la única manera que nosotros tenemos
para ganar dinero.
P:
Hay
otro aspecto que considero peligroso que el gobierno promueve que es
que la cultura no te da comer y cómo estamos en crisis, no hay
dinero para pagar a un artista por su trabajo. Entonces se devalúa
vuestra creación
David
Moya: La
diferencia entre hace 80 años a ahora, es que tú le podías pegar
un tiro a alguien u obligarlo a exiliarse y hoy en día, lo que se
hace indirectamente es obligar a esa persona a que se desespere o a
que se vaya del país. Hubo una fuga de talento enorme en España en
los años 40 y hoy en día, de alguna manera, lo están volviendo a
hacer, sólo que no se pueden cargar a Lorca o a Miguel Hernández
como lo hicieron, ni pueden hacer que los miles de catedráticos de
las universidades que había en los años 30 se vayan como se fueron
y se quede España hecha un desierto con los cuatro que había. Eso
es lo que ellos quisieran y no pueden.
Este
mago de la poesía, del verso y de los sentimientos verdaderos de su
país maravilloso presenta “Las horas invisibles” el próximo
sábado 31 de mayo en la sala Clamores de Madrid. Nunca se olvida una
primera vez que se oye a David Moya, no deberían dejar de pasar esa
ocasión. Y aunque en su mundo los cantantes no se llenan los
bolsillos, a mí me deja el corazón patas arribas cada vez que
tarareo sus letras y me quedo inmersa con las sensaciones que provoca
con su guitarra y su voz. Cita imprescindible para oídos sensatos,
con una pizca de locura y expectantes de emociones.
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