Este domingo he pasado uno de los momentos más difíciles de mi vida. Volver a ver un partido del Unicaja sin mi padre, la persona con la que compartía ese momento especial en el que los dos disfrutábamos de la misma cosa y apoyábamos a nuestro equipo.
Cada paso que daba y que me resultaba de lo más normal, se me hacía raro y triste. Desde colocarme mi atuendo para ir a los partidos, hasta pasar por la explanada de coches, subir la cuestecita hasta llegar a nuestra puerta de acceso al Palacio. Lo peor ha sido sentarme en el asiento y notar que él no estaba a mi lado.
Pero como yo llevaba a mi talismán que es mi niño, él ha hecho que yo pueda superar ese mal momento con felicidad y ha logrado hacerme sentir tan bien como cuando nos lo pasábamos genial con mi padre viendo a los partidos. Y lo más raro es que he notado a mi padre conmigo celebrando cada canasta y el magnífico partido que han hecho hoy.
Quizás durante esta semana, mi padre ha estado entrenándoles para que yo les viera jugar ese partido tan magnífico que han hecho esta mañana. Asi que gracias papá.
Nos veremos contra el Madrid...
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