De todo lo que viene sucediendo en esta semana, me quedo con dos grandes noticias felices que me gustaría resaltar.
Una de ellas, la conocimos ayer, y es que después de la gran cagada del señor Grande Marlaska, al archivar el caso del Yak 42 y dejar sin esperanza y sin ningún tipo de justicia a familias a las que les dieron unos cuerpos que no eran los de sus seres queridos. Y todo eso se iba a quedar impune, hasta que la Sala de Lo Penal del Supremo, le ordenara a este magnánimo juez, que volviera a reabrir el caso.
Una acción que ha servido para que los tres causantes de esa crueldad, por no llamarla de otra forma más grosera, se sienten ahora en el banquillo de los acusados y tengan que comparecer ante el juez. A lo mejor, el resultado, como siempre, no es de lo más satisfactorio que uno pueda pedir, pero el hecho de que esos señores sean juzgados y puedan ya dar explicaciones veraces, porque ya sus mentiras no se las creerá nadie, ya es una gran victoria para esas familias que merecen eso, justicia. Una palabra muy denostada pero necesaria para seguir teniendo esperanza, en este mundo que vivimos que poco a poco, nos la va desgastando hasta que ya no vuelva a aparecer.
Ya sólo me queda la espinita que se solucione y se esclarezca como tiene que ser, el caso de José Couso, asesinado en un hotel de Bagdad por unos militares estadounidenses que no dudaron en echar abajo con un tanque, un lugar en el que no había peligro ninguno de amenaza terrorista y acabaron con la vida de este cámara. Su hermano y su familia siguen incondicionalmente luchando para que su caso no sea cerrado y se pueda juzgar a estos asesinos que son amparados por la política estadounidense y supongo que algún seguidor de nuestros políticos. Espero que otro día pueda abrir mi arcón con la misma felicidad que lo hago hoy por los avances en el caso del Yak 42.
La otra noticia destacada es ese triunfo en Wimbledon de nuestro Rafa Nadal. Todavía no entiendo porqué la gente no se echó también a la calle a gritar el nombre de este humilde como gran deportista que es Rafa Nadal. Un luchador empedernido que se propuso ganar este torneo y trabajó hasta lo más profundo de su alma, para lograr perfeccionar su técnica en un campo tan complicado como es la hierba.
El partido que nos regalaron tanto él como su contricante, Federer, fue de lo más emocionante que he vivido desde el Mundial de Japón de Baloncesto. Ahí quería haber visto yo esas banderas españolas izándose por su hazaña y gritando a coro el nombre de Rafa Nadal. Pero como pasa con el deporte, otra esperanza mía se fue en vano y me quedé sola en el balcón, alegrándome por la victoria de nuestro Rafa.
Ahora quiere ir por el US Open y está en un momento de forma que nos puede deparar muchas alegrías más que mi corazón quiere seguir soportando. Mi más sincera enhorabuena y espero que algún día, pueda ver esas plazas llenas de gente gritando tu nombre y no sólo recordándote porque todos los periodistas te llaman el manacorí que mira que les gusta denominarte así.
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