EN
EL TRIBUNAL DE DIOS, TRAIDOR, TE DIRÁN LA CAUSA
Obra:
El
Castigo sin Venganza
Actores:
Elena González, Alicia Garau,
Jesús Fuente, Daniel Acebes, Alejandro Saá, Julio Hidalgo, Rodrigo
Arribas, Andrés Bernal y
Alejandra Mayo
Lugar:
Teatro
Echegaray
Fecha:
Viernes
14 de Febrero
Mi
elección teatral para un día especial de enamorados no fue una
historia cursi y ñoña, de las que no me escondo que, en ciertas
ocasiones, me hacen falta y me hacen soñar, si no una verdadera
historia de amor en un contexto muy complicado y que a priori parece
imposible. En comparación con esas comedias románticas, el teatro
clásico de Lope de Vega describió de una manera más acertada y
propia, las dudas, los pesares y las decisiones que tenemos o que
dejamos a un lado por amor. Nuestro autor prolífico del siglo de Oro
supo hablar a la perfección de esos sentimientos pasionales y
mostrarlos en los diálogos de los personajes de sus obras.
En
“El Castigo sin venganza” somos testigos de la gran pasión que
sienten una madrasta y su hijastro, Casandra y Federico, que,
mitologías aparte, no pueden evitar, nada más conocerse. Pero se
puede extrapolar a la vida real no con las mismas caras pero sí con
los mismos sentimientos, ¿quién no se preguntado si hubiera
encontrado antes a esta persona, qué hubiera sido de mi vida? ¿Y si
me hubiera atrevido a decirle lo que sentía? ¿es mejor callar y
olvidar lo que uno siente para no hacer daño o guiarse por el
corazón?. Todo esto y mucho más refleja esta obra que tan
magníficamente ponen en escena la Fundación Siglo de Oro.
El
ejemplo de amor de Federico a Casandra es de los mejores de emoción
teatral que he sentido desde el patio de butacas. La voz varonil y
desgarradora de Rodrigo Arribas llegaba a lo más profundo del
corazón cuando le interpelaba sentencias como “En
fin, señora, me veo sin
mí, sin vos, y sin Dios. Sin Dios, por lo que os deseo; sin mí,
porque estoy sin vos; sin vos, porque no os poseo”. Y
qué decir de la expresión de la mirada de Alejandra Mayo que,
sentíamos junto a ella, cómo intentaba resistir sus fuerzas hacia
algo incontrolable que sabía que le haría sufrir pero que no podía
reprimir.
Si
hace unas semanas decía que la versión de “El Caballero de
Olmedo” que pudimos ver en el Festival de Teatro sería una
excelente oportunidad para que muchas personas se acercarán al
teatro clásico por su apuesta moderna pero con un respeto absoluto
al texto, en este caso lo argumento con mucha más fuerza. Se
entiende desde el principio hasta el fin, sin cambiar un ápice del
texto. Y se entiende por dos razones, aunque la primordial es el
propio texto de Lope de Vega.

Y
la segunda es la combinación de la escenografía, luces y música.
Criticando que al principio se oía la música muy alta y se percibía
con dificultad el diálogo de los actores, durante el resto de la
obra y con muy pocos elementos han sabido contextualizar y dar el
ambiente necesario para que la historia fuera lo más comprensible
posible y a la vez para dar un juego que, en muchos casos, era una
auténtica sorpresa y en determinados momentos, un cuadro de un
museo, por ejemplo de Velázquez, que tenía su propio dinamismo y
parecía salirse de un marco.
Se
merecen todo el reconocimiento tanto nacional como internacional que
están consiguiendo por el trabajo tan serio y profesional que están
realizando con estas adaptaciones tan logradas y que su funcionalidad
es precisa y necesaria en todos los montajes que he tenido la suerte
de ver. Gracias a la Fundación Siglo de Oro hemos rescatado y
estamos manteniendo un patrimonio teatral que como espectadora es un
lujo ver cada una de esas obras interpretadas por ellos. Su esfuerzo
se lleva mi gran aplauso y mi lealtad a todo lo que se propongan.
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