Hoy os voy a confesar que, por muy poco tradicionalista que soy en mi vida cotidiana, hay cosas que no las puedo dejar pasar y que, como no se ocurre otro sinómino que no sea tradición, pues las tengo que calificar así. Casi todas tienen que ver con el cine. No me pierdo la ceremonia de los Goya, por muy larga y pesada que sea, será porque tiene ese punto enigmático que siempre me sorprenden con los resultados finales, que no se parecen en nada a la quiniela que hago previamente.
Este domingo la gran alfombra roja se extenderá para dar comienzo a una ceremonia de los Oscar, que ha podido ser clausurada por la huelga de guionistas, pero que finalmente se celebrará. Y una de las tradiciones que hago es escuchar la gala por la radio, es un ejercicio que os recomiendo porque en ese momento, te das cuenta de esa magia que tiene la radio sobre la televisión,. Las descripciones son muchísimo más precisas, y te imaginas cada detalle del vestuario y de todo lo que acontece la gala y además se cuenta con mayor entusiasmo y llega mucho más a los que somos amantes del cine. Eso si, solo logré quedarme despierta la vez que gano Alejandro Amenábar el oscar a la mejor película extranjera por Mar Adentro, las demás veces no he conseguido mi objetivo y cuando me quería dar cuenta, sonaba mi despertador del día siguiente y mi frase: Mierda, me he dormido. Veremos si este domingo lo consigo.
Y mientras sigo esperando mi llamada, hoy he escogido mis gafas nuevas y como siempre me han atendido estupendamente en la óptica que voy desde hace mucho tiempo. Hay veces que te enamora un sitio donde te traten estupendamente y siempre busquen lo mejor para ti y de pocos lugares se puede decir eso. Yo de mis óptica si. Me han hecho pasar un rato super agradable del que me he olvidado por completo de las cosas malas del día. Y encima, he elegido unas gafas preciosas, de pasta por la parte encima y que se ve el cristal por la parte de abajo, rosa oscuro conn un poco de metal en la patilla. Puestas me quedaban mejor que al natural y al ver la cara de mi nene, ya me he decidido sin duda a por ellas, porque miradas como esa, quiero que me eche siempre.
Vosotros no lo creereis, pero en la mayoría de las ocasiones, los que tenemos gafas hacemos las mejores miradas del mundo, porque valoramos mejor que nadie nuestros ojos, pensad en como os miran la gente que os rodea que tiene gafas y vereis como me dais la razón.
Por cierto, en estos momentos complicados en los que una llamada desespera mi existencia, no solo me han ayudado mis buenos amigos de la óptica, sino que tengo el apoyo esencial de las dos mujeres más importantes de mi vida: Mi madre y mi amiga-hermana Paula, una el lunes me hizo reir todo el rato que estuve con ella y me dio la firmeza que mi padre y ella me hubieran dado conjuntamente y la otra es mi voz de la conciencia que cuando pienso cosas raras, me pone los pies en el suelo.
Asi que para las dos, un gracias enorme y que en cuanto me llamen, estais invitadas a unas tapitas buenas y a una sesión de compras.
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