domingo, febrero 17, 2008

No apto para leerlo en días tristes, pero imprescindible leerlo

Este es un libro que te abre los sentimientos y te hace ver, aún más de lo que ya conocíamos, la realidad de lo crueles que son las guerras.

En este caso, el sufrimiento es aún mayor porque lo ves todo el tiempo en los ojos de un niño. Un niño inocente, que como todos nosotros a esa edad, le pone descripciones de fantasía a todo lo que le ocurre, y no encuentra explicación al sufrimiento que ve a su alrededor. Y lo peor, es que tu exactamente sabes lo que va a ocurrir y no puedes hacer nada por saltar del libro a la realidad y advertirle donde está y que es lo que debería hacer.

El autor juega muy bien contando la historia en la primera persona de un niño, porque ellos son los que quitan la hipocresía de las cosas que suceden en el mundo y le otorgan a los sucesos, las palabras apropiadas de lo que son, sin dar ningun rodeo.

Leer un relato de estas características te hace entender aún más, porqué no sirven para nada los conflictos bélicos y cada vez que pasan los años, parece que no queremos entender esa verdad y que los intereses económicos están por encima de la dignidad de las personas.

Me ha encantado leer este libro, aunque me haya dolido su contexto, pero resulta imprescindible para bajarnos de la nube de nuestro entorno en el que no pasa nada y ponernos en la piel, de los que de verdad sufren en este mundo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Holaaaa, ya he vuelto de Madrid !!
Bueno que hacía tiempo que no te firmaba así que nada, a ver si esta semana te llaman y todo va bien!!
Bisous ;)

Natileia dijo...

Ojala cariño, tranquilo que informaré cuando lo hagan que la primera impaciente soy yo.

Besos