La vida es totalmente impredecible, ese sería mi título para un libro si supiera escribir o para una película si supiera dirigir. Lo cierto es que la intención de este arcón era contar las cosas que me iban sucediendo, con el fin de que todo el mundo se identificara con lo que me pasara y también porque no admitirlo para expresar de corazón, lo que siento muchas veces por dentro y que gracias a este medio, encuentro las palabras para expresarlo.
Como diría Jack el Destripador, vamos por partes... (siempre cuento este chiste, lo sé)
Laboralmente, en un principio, tenía planteado seguir como estaba en mi radio local haciendome un huequito por las mañanas e intentando latir un corazón de la costa, del que me iba a hacer cargo.
Como pasa en muchos trabajos, cuando estas en una situación de contrato temporal, tus jefes no suelen asegurarte si cuando finalizas el contrato piensan en tu renovación hasta pocos días antes y aún así, tardan aún más en concretarlo todo y que puedas firmar ese contrato. Eso fue lo que me sucedió, y preferí asegurarme tener una puerta abierta por si la que tenían me la cerraban.
Conclusión: fui a hacer una prueba para otra radio que ni pensaba que me eligieran pero total por probar... Y lo que ocurrió fue que me eligieron y me hiciera una oferta irrechazable, en cuanto a todos los aspectos menos el económico. Es decir, unas mejores condiciones, en un entorno que favorece más a lo que yo ando buscando pero cobrando menos salario.
Después de mucho recapacitarlo, con una noche en vela y muchos consejos. Decidí aceptar el nuevo trabajo y la semana que viene comenzará mi nueva odisea, que ya os contaré en próximos capitulos. Pero, os adelanto, que si ya tuve buena sensación la primera vez que cogí el micrófono de mi primera radio en Málaga, en mi nuevo logar, nada más entrar ya respiraba radio y todavía no he agarrado el micrófono...
Personalmente, formo ya de ese gran grupo de españoles que se hipotecan durante toda su vida, para que sus nietos les terminen de pagar la casa. Una decisión que mi bichito y yo, nos alegramos cada vez que entramos en casa y vemos nuestras cositas bien puestas y colocadas. Y sin embargo, la burocracia y el dinero intentan borrarnos esa felicidad con sus apariciones y argucias, pero yo reconozco que tengo fe en pocas cosas, y una de ellas es que cuando te propones una cosa de corazón, por mucho que las circunstancias te intenten arrebatartela, la cosa siempre se decide a seguirte y salir adelante. Mi problema es la poca paciencia pero tendré que aprender a tenerla y dejar que aparezca.
Y ya os digo, que intentaré actualizar más a menudo con las últimas películas que he visto (que son muchas), unas canciones que quiero recomendar y una nueva programación de esas mías para que no veais basura corazonera.
La peli que ilustra mi arcón de hoy es La gran estafa, una gran ejercicio de interpretación, ya que el peso de la película y la importancia de la trama son fundamentadas en el trabajo de Richard Gere, que hace un papel espeluznante, de un escritor que aprovecha ciertamente ese dicho de que hay que estar en el sitio adecuado, en el momento adecuado para hacerse pasar por el biógrafo del millonario Howard Hugues e inventarse una increible historia que le hace ganar mucho dinero.
Me extraña que no me causara más relevancia el trabajo del director, Lasse Hälsstrom, uno de los realizadores que más admiro, pero ya digo que la interpretación de Gere, eclipsa toda la película y a través de sus ojos, nos damos cuenta de que hay una buena historia contada, unos diálogos perfectamente llevados y agudos y un elenco de actores que complementan a la perfección el trabajo de Gere.
Eso si, muchos ya habrían pillado tajada en nuestra época, si se hubieran encontrado con ese filón de historia. Incluso ahora diríamos que no tiene mérito lo que hizo en su época, Clifford Irving, que es el impostor protagonista de la película.
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