viernes, febrero 23, 2007

Miedo en el palco


La imagen que acompaña mi post de hoy es la de una fantástica obra de teatro que tuve la ocasión de ver el pasado fin de semana. Más que nada me sorprendió que una obra de teatro pudiera causar miedo en el espectador y quería descubrir de qué manera se podía llegar a ese sentimiento, simplemente jugando con los elementos del teatro.
Y os lo aseguro, se puede atemorizar. El planteamiento ya de por sí es original ya que comienza sin que se apaguen las luces y es el propio Emilio Gutiérrez Caba quien de repente, nos sorprende en la escena. En el palco, se encuentra el paternaire, Jorge de Juan, quien le da pautas para que pueda contar su historia de una manera teatral.
Y es esa historia la que verdaderamente provoca el miedo, jugando con los focos de la sala y sobretodo con unas magnificas interpretaciones que acompañadas de una música siempre adecuada por el momento, te encuentras en muchos momentos con una tensión tremenda a la que nunca pensabas que podías llegar. Yo incluso no quería por nada del mundo, que Jorge de Juan me tocara cuando caminaba despacio por el pasillo.
Una obra tremenda que si teneis la ocasión de ver en la ciudad donde vivais, no os va a defraudar y vereis a dos auténticos actorazos de teatro con una inquietante historia. Esto tendría que hacer pensar a muchos directores teatrales que no solo con el drama intenso, se consigue crear una buena obra que interese a la gente, espero poder ver más cosas de este tipo y sobretodo de este género.
Y bueno, hoy para acabar, me gustaría dejaros con un relato que escribí hace poco en clase y del que estoy bastante orgullosa (cosa rara en mí), ya que tuve ese momento ingenioso en el que te sale todo lo que quieres decir y si quereis, pues me gustaría que me dijerais vuestra opinión. Que tengais un feliz fin de semana.
Nunca creí que pudiera decir esto
Nunca creí que pudiera decir esto, pero hoy me voy a atrever. Me he dado cuenta de que no quiero crecer. Que la vida de adulto es todo superficialidad y agobios y prisas y que eso no es lo que quiero para mí.

Me gustaría que todo fuera como en los sueños, cuando era pequeña y todo daba igual. Y mi única preocupación estaba en decidir el juego de la tarde y quitarle el papel de princesa a mi mejor amiga y no, como le pasa a mi papas, que solo piensan en que les quede dinero a final de mes.

Entonces, claro, lo pienso, y siempre que me preguntan que quiero ser de mayor, pues siempre me quedo callada y no digo nada, como esos silencios absolutos de los mayores cuando intentan decirse que se quieren y lo dejan para otro momento.

Pero hoy, lo he pensado de verdad. No quiero crecer. Crecer significa dejar de imaginar y por lo tanto dejar de volar. Y eso no lo quiero para mí. Soñar es como volar, porque no estas atado a nada y puedes estar donde tu quieras y hacer lo que te apetezca. Aunque también, me encanta saber que aún existen historias para contar que no han salido de mis sueños. Me encanta no tener nada que hacer y disfrutar de una pequeña sonrisa con mis amigos.

Todas esas cosas se que no las tienen los mayores, la imaginación se convierte en una agenda de trabajo y los sueños en “un no tengo tiempo para nadie y necesito descansar”. Asi que, nunca creí que pudiera decir esto pero aunque sea adulta he decidido que no quiero crecer y que me quedaré con el Peter Pan que llevaré dentro.

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