Lo primero que me llamó la atención para ir a ver esta obra de teatro era su original título y mira que es una de esas cosas insignificantes que no deberías ni prestar atención, porque muchas veces los títulos confunden con lo que realmente trata la historia.
En esta ocasión no, y además venía muy apropiada, a la víspera de estas fechas navideñas que ya nos acechan. Trata de una cena que organizan seis amigos todos los años la noche de reyes para darse regalos y aprovechar la ocasión para reunirse.
Lo que al principio se convirtió en una costumbre de ilusión y fantasía por saber que se acercaban los reyes magos a traer sorpresas, con el paso de los años se ha convertido en una obligación que tienen que cumplir por compromiso.
A mi eso me hizo pensar, en lo mucho que de pequeños prometemos cosas como que nunca nos olvidaremos o no dejaremos de escribirnos todos los días y la maldita rutina y la vida misma, consiguen que no podamos cumplir nuestras promesas o que al final nos olvidemos de ellas.
La obra está presentada al público de una manera muy original porque mientras transcurren los acontecimientos y diálogos de los seis amigos, en algunos momentos todo se para y uno de los protagonistas de la acción se acerca al público y cuenta sus verdaderas impresiones y opiniones de lo que está sucediendo. Es una forma muy bonita de hacer al espectador cómplice de lo que está ocurriendo.
Mezcla a la perfección el drama y la comedia, tiene un sello de garantía muy importante con la dirección de Juan Luis Iborra, que es un gran director de cine y ahora de teatro, que sabe llegar con las historias más cercanas al gran público con mucha sabiduría y como no, un gran elenco de actores todos ellos conocidos, de una u otra serie, que se complementan a la perfección. Sus buenas interpretaciones se logran más que nada por unos estupendos diálogos bien confeccionados y adecuados para cada ocasión.
Como anécdota, cuando salió Jordi Rebellón que es el primero en aparecer, dijo: Yo soy Ramón y una señora desde el palco vociferó: No! Eres Vilches! ¡Que no señora, que soy Ramón!. El pobre lo intentó pero creo que la señora llegaría a su casa comentando: Ay que ver lo bién que ha estado el Vilches en la obra¡
Es lo malo que el encasillamiento mata a muchos actores, pero creo que con tiempo y paciencia y con esa sabia decisión de dejar la serie que lo popularizó a tiempo, logrará salir de ese dichoso Vilches y convertirse en Ramón o cualquier personaje que se proponga.
3 comentarios:
A mi la obra me pareció un coñazo. Está muy trillado el argumento y la manera de desarrollarlo lo hace todo previsible. La idea de que los personajes hagan confidencias al públcio está calcado de una obra de Berkopf que se llama Kvetch. Yo creo que casi todos los actores se merecen estar en montajes de más calidad, con personajes más complejos. A mi ha recordado a una España que se está muriendo, tanto en la forma como en el fondo. Señores dramaturgos, seamos más originales, más trabajadores y, sobre todo, menos plagio.
vaya toston! Esto es más antiguo que sentarse a ver cine de barrio!! Por favor, más exigencia en todo. Si no fuera por algunos nombres del reparto esto lo veían loa autores y sus abuelas...
A mi me ha gustado mucho.
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